diumenge, 23 de desembre del 2012

Tenía que decirlo.

Querenos está pasado de fecha, de lugar, de espacio, y de cama. Hoy tenía la necesidad de dar el final que siempre rechazamos. No pediré la cuenta de cuánto ha costado dejarnos de querer, de cuánto ha costado vernos sin mirarnos. No te voy a decir nada que ya no nos hayamso dicho. Las cosas no han cambiado, ni cambiarán. Tú conseguiste ser un completo idiota, y yo al fin acabé siendo cenizas. Me voy de nuestra historia en solitario, y descuida, que no contaré que nuestra guerra, fue siempre una causa perdida.

El que calla otorga.

- ¿Te pasa algo? -me preguntas, mientras me miras directamente a los ojos. 
¿Que si me pasa algo? Me pasa que estoy harta de tener que estar siempre preocupada y en tensión por no saber si doy o no la talla. Me pasa, que ya no puedo estirar más la ilusión, que la hemos dado demasiado de sí, que el tiempo ha hecho su trabajo y ha cumplido con su cometido. Me pasa, que no puedo soportar el hecho de tener sobre los hombros el peso de que para mí tú has sido el primero en todo, y yo para ti..., ya perdí la cuenta. Me pasa, que según pasan los días me doy cuenta  de que no es lo mismo. Que cuando dices que me quieres lo dices con la boca pequeña, y yo necesito que me lo grites. Me pasa que dejo pasar una cosa y se acumula con otras, que lo ignoro y me termina explotando en la cara como si fuese un Big Bang. Me pasa que no aguanto las ganas locas de verte cuando no estás. Me pasa que tengo miedo de que mis inseguridades provoquen todo lo que temo e intento evitar. Me pasa que ya no sé cómo acertar contigo, que hago coses estúpidas para ver si te voy ganando poco a poco un poco más. Me pasa, que te quiero más que ayer y menos que mañana, y veo que a ti no te pasa igual.
- No, no me pasa nada -pero sonrío y callo. Porque no me atrevo a plantarle cara a la realidad. 

Nada dura para siempre.

Sacó del bolsillo izquierdo un pitillo, y del derecho un mechero. Se colocó en la boca el cigarro y aspiró mientras lo encendía. Ya que se sentía ahogada por el mundo, quería ahogarse también por algo que pudiese controlar. Aquella sensación la podría describir como sentir que no era dueña de sus emociones y su cuerpo, y siempre resulta más fácil hacerse daño para sentir un dolor físico, antes que aceptar que hay cosas que no podemos controlar y que existe un tipo de dolor que nunca cesa, con el que tenemos que aprender a vivir. La ausencia del que en tiempo atrás había secado sus lágrimas y acunado su cuerpo en noches de tormenta, la había empujado a refugiarse ahora en tantos hábitos que no la convenían, que ya había perdido la cuenta. Mientras daba otra calada a su cigarro se subió las mangas del jersey. Su piel estaba marcada por las  cicatrices de sus desilusiones. Le escocían y algunas aún sangraban. Le gustaba pensar que a él no le causaría especial alegría saber que ella mutilaba su cuerpo de esa forma y creía firmemente que dándole lástima volvería. 
No se daba cuenta, de que los amores una vez que se van, nunca vuelven. No se daba cuenta, de que una ruptura no es fácil, pero se termina saliendo del pozo. No se daba cuenta de que lo que empieza, acaba. No se daba cuenta de que lo bueno siempre tiene un final. No se daba cuenta de que el mundo sigue girando, y el tiempo en este reloj continúa corriendo, y la vida sigue pasando siendo demasiado corta como para lamentarse y hacernos sentir culpables, por cosas que simplemente tenían que pasar. 
Siempre es más fácil culparnos por algo de lo que realmente nadie tiene la culpa, antes que aceptar que carecemos del poder para solucionarlo.
El final es inminente, todo es finito, y nada dura eternamente. 

Me he dado cuenta de cuánto nos queremos.

Corazón estrellado, llamando a tierra. Algún alma que sepa curar las heridas del corazón, sin el alcohol del olvido. Corazón llamando a tierra.
Me he dado cuenta de cuánto nos queremos, porque ya no nos decimos cuánto lo hacemos. Porque hemos dejado de hablar de amor, para hacerlo. Porque esto funciona así; cuando somos jodidamente felices, dejamos de hablar del momento, para ser el momento. Por eso, no deseo decirte nunca cuánto te quiero. Porque el amor no se mide en litros, ni en toneladas. Se mide en las horas que no sueño, porque ya tengo la certeza de estar soñando. El amor se mide en las veces que suspiramos, y en la cantidad de instantes que dejamos de ser nosotros para ser otra persona.
Me he dado cuenta de cuánto nos queremos. 

diumenge, 16 de desembre del 2012

Juguetes de la fortuna.

"Si me quiere, me buscará", y los dos pensaron lo mismo.
Ella esperaba sola ahogándose entre lágrimas y la absurda sensación de no valer nada. Él se encontraba en su habitación escuchando depresivas canciones de pop americano desarrollando estúpidas teorías sobre la supuesta inexistencia del amor. Y ambos, se echaban demasiado de menos. Hablaban del tiempo, para no darse cuenta de lo rápido que pasa. Y de todo lo que se lleva consigo. No tenían nada, pero tampoco les quedaba ya nada que perder. ¿Que por qué terminó todo? Bien, esa es una pregunta que a día de hoy se siguen haciendo: que si fue por esto, que si fue por aquello, y el miedo al fracaso y el miedo a luchar, son siempre una buena excusa para no intantarlo. No sabían que nosotros no jugamos con los sentimientos, sino que éstos sa alían con el corazón contradiciendo a la razón, convirtiéndonos así en el entretenimiento de la suerte. Teniendo eso en cuenta, el destino o quién sabe qué, un día les volvió a juntar cara a cara, con tanto que decir, y sin saber por dónde empezar.

dissabte, 15 de desembre del 2012

Hasta la palabra "infinito" lleva escrito "fin".

Hace demasiado tiempo que me he acostumbrado al sabor de las lágrimas. Hace demasiado tiempo que tengo los labios agrietados por el frío y nadie quiere curármelos. Hace demasiado tiempo que me destrozo los nudillos golpenado razones, buscando un por qué.
Hoy, un día como cualquiera, hace demasiado tiempo que los días se me clavan en el alma y no me dejan respirar. Hoy, igual que siempre, el mundo se sube a mi espalda, ignorando mi poca fuerza. Y desde entonces, me paso las horas intentando que su peso no me parta en dos, aguantando el tipo, hablando lo más claro que puedo aguantándome las ganas de tirarlo al suelo, gritar y huir. 
Solo los valientes afrontan sus miedos, pero creo que me tienen tanto cariño que ya viven conmigo. A cada paso que doy, a cada bocanada de aire que respiro, a cada bocanada de aire que exhalo. El corazón se me hace más y más pequeño y cada vez cuesta más continuar. Aún así, guardo la esperanza de que, algún día, alguien me ayude a soportar el peso y solo así, consiga no romperme. 

diumenge, 2 de desembre del 2012

Que me dejes de recordar no es sinónimo de que yo te olvide también.

- ¿Qué miras? -preguntó Sonia, colocándose detrás de su amiga. 
- Si está conectado. 
Sonia resopló y, después de abrazarla, giró la silla donde Ester estaba sentada para que la mirara a la cara.
- ¿Aún sigues así?
- Sí -se limitó a responder ella encogiéndose de hombros, como si fuera algo lógico.
- Pero, ¿tanto le quieres?
- Sí -volvió a repetir ella. 
- ¿Después de todo el daño que te ha hecho? Parece que no quieras darte cuenta, Ester -se sinceró su amiga, acariciándole el pelo dulcemente.
- Después de todo, aún le sigo queriendo. Después de todo, aún sigo mirando si está conectado, sí. O el tiempo que hace que no se conecta. Después de todo, aún miro su foto de perfil para ver si le comentan alguna de sus amiguitas. Después de todo, me sigo poniendo roja cuando me dice alguna indirecta muy directa de las suyas. Y sigo sintiendo ese cosquilleo en mi estómago. Después de todo, él es el que me pone... -Sonia levantó las cejas y la miró sorprendida-. Nerviosa, Sonia. Me pone nerviosa... cuando le da a me gusta en algun estado mío. Y sí, después de todo el daño, le sigo queriendo.
- ¿Por qué? 
- Porque él ha sido mi primer amor, el que más me ha marcado, el que se quedará ahí para siempre, después de todo. Porque... no lo sé, es inexplicable. Besarle. De eso se trata, sí. De sal. De cicatrizar con su saliva, con su mar. Con sus idas y caídas. Con mi "quédate" constante, o con mi "vuelve, y no muy tarde". Con promesas de una mañana, y que, al llegar la noche aún está dispuesto a cumplir. De eso se trata... o se trataba. Porque soy consciente de que me prometió una vida, y solo duró lo que dura una calada. Esa calada que me prometió no es vida. Pero, ¿para qué vivir si no es por él? O, ¿para qué fumar, si no es a él?


dissabte, 1 de desembre del 2012

Me llamaron fría, ignorando que el hielo también quema.

- ¿Cómo decías que te llamabas? -pregunté sin a penas vergüenza por no recordar su nombre.
- Ángel, me llamo Ángel -contestó él, torciendo la boca-. Pero tú puedes llamarme como quieras.
Todos los hombres que pasaban por mi cama, intentaban actuar como si no fueses sufiente buenos como para permanecer entre mis sábanas durante más de unas horas. En el fondo, era una técnica de defensa para no sentirse débiles cuando yo les echaba de mi apartamento. Y, en el fondo, eso me ahorraba mucho trabajo. 
- ¿Te importaría no venir nunca más por aquí? -pregunté directa y seca. Puestos a provocar incomodidades de ego, nadie me ganaba. 
El chico se fue sin decir una palabra. Estaba claro que se le habían acabado.
Nunca me había enamorado. Tampoco tenía la intención de hcerlo. Yo no creía en esos sentimientos. No creía, desde que se encargaron de matarme las ilusiones. En el caso de que existiera, siempre acababa, siempre dolía, no tenía sentido alguno. Creía que mi estilo de vida, era la forma más sencilla de vivir. Quizás me equivocaba, quizás no. Lo que sí tenía claro, era que lo único parecido al amor que había vivido, era lo que sentía por mí misma desde que me rompieron en mil pedazos. Desde aquel día, me había alimentado de odio para hacerme intocable.
O al menos en eso confiaba. 

¡Que le jodan, joder!

Que le jodan al mundo y a sus eternas prisas por todo.
Que le jodan a las cosas que nunca estás donde tienen que estar.
Que le jodan a ese sitios donde no deberías estar. 
Que le jodan a un bar sin música.
Que le jodan a las horas perdidas sin ganas de nada.
Que le jodan a la distancia que nunca recorrimos y terminió con nosotros.
Que le jodan a las idas y venidas a ninguna parte. 
Que le jodan a todo eso, pero todavía más al que se cansó de soñar.
Que le jodan a quien no me deje ser.
Que le jodan al marrón, que nunca me ha gustado ese color. 
Que le jodan al orgullo, sobre todo al mío.
Que le jodan a quien hace por hacer.
Que le jodan a todos aquellos que dicen no mirar nunca atrás, porque mienten.
Que le jodan a los que no saben mirarte a la cara.
Que le jodan a los que sí te miran, pero no te dicen la verdad. 
Que le jodan a todos los que les joda lo que yo haga. 
Que le jodan a la mortalidad, a las etiquetas sociales, y sobre todo a la vanidad. 
Que le jodan al vino, que no me gusta.
Que le jodan a las fotos con extra de photoshop.
Que le jodan a las noches sin amor, y a los madrugones para nada, y a las tardes aburridas. 
Que le jodan a las palabras que aquellos no sienten.
Que le jodan, muy bien jodido, al reloj. Siempre controlándolo todo.
Que le jodan a la sintonía de mi despertador.
Que le jodan a las pestañas que se caen y perdemos todos los días.
Que le jodan a las sirenas y a sus cantos angelicales.
Que le jodan a la comida sana, al "no a las drogas" y al "no me gusta" sin probar. 
Que le jodan a quererte y a creer que eres lo mejor de mí.
Que le jodan a la pereza que dan los kilómetros, especialmente los nuestros.
Que le jodan a los maniquies perfectos de las tiendas.
Que le jodan a los largo que sea este texto.
Que le jodan a los para siempre y a los hasta nunca que no se cumplen. 
Que le jodan a los paréntesis y a las comillas.
Que le jodan a las miradas indescifrables.
Que le jodan a lo poco que entiendo qué hago aquí.
Que le jodan a callarse.
Que le jodan a las pocas ganas, a lo poco que le gusta al mundo equivocarse.
Que le jodan al silencio de las noches sin compañía.
Que le jodan a los imposibles que no tienen sentido.
Que le jodan a los posibles que sí lo tienen.
Que le jodan a que te eche de menos y que no me atreva a decírtelo.
Que le jodan a los sueños que son posibles y que tú los haces imposibles.
Que le jodan a hablar de más.
Que le jodan a las frases hechas.
Que le jodan a las puntas de la lengua que nunca son capaces de decir nada.
Que le jodan a las palabras que no dicen nada.
Que le jodan a los pulmones. 
Que le jodan a los hígados, y, ¡qué coño! Al corazón también. 
Que le jodan también a las comas, cuando en realidad son punto y final. 
Que le jodan a las canciones que solo te hacen llorar.
Que le jodan a los que quieren estudiar, y no aprender. 
Que le jodan a la vida y a todos aquellos que lucharon por lo contrario.
Que le jodan a las tildes y a que todas mis palabras se acentúen en ti. 
Que le jodan a los valientes cobardes.
Que le jodan a todos los alternativos iguales.
Que le jodan a todos los que no se mueren de hambre, pero sí de envidia. 
Que le jodan a las peliculas con finales trágicos que siempre me hacen llorar.
Que le jodan a los libros comerciales, que solo buscan dinero.
Que le jodan a los lunes.
Que le jodan a los que hago, no será.
Que le jodan a la prensa del corazón.
Que le jodan a la publicidad.
Que le jodan a los truenos que suenan pero no se ven. 
Que le jodan a los ojos llorosos.
Que le jodan a los que existen, pero no viven.
Que le jodan a los semáforos que no funcionan y crean el caos.
Que le jodan los savios.
Que le jodan al frío.
Que le jodan al miedo.
Que le jodan a todo eso que no me hace sonreír.
Que le jodan a los mejores enemigos.
Que le jodan a aquellos que no creen en ti ni en tus ideas.
Que le jodan a las marcas que te prometen la felicidad.
Que le jodan a las curvas peligrosas.
Que le jodan a las líneas rectas donde veas donde vas.
Que le jodan a la autodestrucción.
Que le jodan a las malas palabras, y a las miradas para hacer daño.
Que le jodan a pasar página. Yo me quiero quedar en esta.
Que le jodan a los sueños posibles.
Que le jodan a los sueños posibles.
Que le jodan a las cinco de la mañana sin tener sueño.
Que le jodan a los que creen que gritar vale más que el silencio.
Que le jodan a las constelaciones.
Que le jodan a la luna.
Que le jodan a las sentencias de muerte del nacimiento.
Que le jodan al consumismo. 
Que le jodan a la publicidad que vende por vender.
Que le jodan a las necesidades secundarias.
Que le jodan a todo aquello que no deseamos y creemos que sí.
Que le jodan a las apuestas perdidas.
Que le jodan a perder la vida por amores que no son.
Que le jodan a los fantasmas.
Que le jodan también al que los caza.
Que le jodan a las persianas.
Que le jodan a que, porque salga el Sol, me tenga que levantar de la cama.
Que le jodan a las doce de la noche, que quiere quitarte el día.
Que le jodan a la melancolía.
Que le jodan a la nostalgia que siento al acordarme del color de tus ojos.
Que le jodan a los que no creen en Catalunya como país.
Que le jodan a todas las veces que puedo haber sido, y no fue.
Que le jodan a todas la veces que se han hecho las cosas porque sí.
Que le jodan a los argumentos.
Que le jodan a las explicaciones.
Que le jodan a todos los que no sepan ver lo que soy yo.
Que le jodan a los espejos, que no saben decirte la verdad.
Que le jodan a los reflejos que te consuelan con palabras vacías.
Que le jodan a los escalofríos después de rozar su piel.
Que le jodan al mundo, así de claro.
Que le jodan a quedarse quieto.
Que le jodan a escribir y esconderse en verso.
Que le jodan a los obstáculos.
Que le jodan a los payasos que no saben sacar una sonrisa para ellos mismos.
Que le jodan a los directores que manejas a los personajes para que sonrían.
Que le jodan a los títeres que creen manejar el mundo entero.
Que le jodan a todo lo que me hace llorar.
Que le jodan a los frenos, y a arrancar a mil por hora para luego estrellarse.
Que le jodan a los conductores ebríos y a los escritores que solo escribieron con porro en mano.
Que le jodan a Pepito Grillo y a la conciencia.
Que le jodan a los amigos de mentira.
Que le jodan a los incendios, y a los pirómanos.
Que le jodan a los scouts y a su sonrisa para vender galletas
Que le jodan a los mentirsos que no saben mentir.
Que le jodan a las clases que no enseñan.
Que le jodan a la vida, por saber cuando debo morir. 
Que le jodan a los trípodes existiendo los consoladores.
Que le jodan a que te llame después acodar que solo era sexo.
Que le jodan a todo lo malo. 
Y también a lo que dice ser bueno, y al final no lo es.

Y si me preguntan por qué escribo, que me pregunten también por qué respiro.

Hace tiempo, creía en las casualidades. Hace tiempo, pensaba que todo se acabaría en un par de días más, porque ni yo misma encontraba sentido a mis propios actos. Hace tiempo, pensaba que nada me iba a separar de toda mi rutina. Hace tiempo, creía que mi padre jamás se leería alguna de mis hojas repletas de palabras a las que quizás mucha gente no les encuentre sentido jamás, pero para mí sí las tienen. Hace tiempo, creía que hacía más frío aquí. Pero me equivocaba, está más congelado mi corazón. Hace tiempo, me sentía más grande. Hace tiempo, confiaba en mis expectativas. Hace tiempo, pensaba que enamorarse no era de locos. Hace tiempo, quería convertir mi vida en arte. Y ahora solo tengo caos por todos lados. Hace tiempo, no entedía estas ganas que hay en mí de escribir. Hace tiempo, me asustaba la necesidad que tenían mis dedos al escribir cada frase sobre el teclado, la desesperación con la que lo hacían, las ansias, las ganas. Hace tiempo, me asustaba hacer lo que hago hoy, por el miedo al qué diran, o a no ser suficiente buena. Hace tiempo, no sabía qué hacer con mi vida. Y, si soy sincera, me asusta incluso a mí, tenerlo tan claro ahora. Porque me he dado cuenta de muchas cosas en este tiempo. Y una de esas cosas, es a qué quiero hacer con mi vida, y qué no. Quiero crear. Quiero imaginar. Quiero hacer sentir sin necesidad de tocarme, simplemente leerme. Quiero que una persona, en la otra punta del mundo, se emocione con mis palabras, aunque nunca haya escuchado mi voz. Quiero que, lo que no sepa transmitir hablando, lo transmita mi escritura. Quiero ser yo. Y este yo, ha ido, e irá ligado a todo esto, siempre. A la escritura, a la narración. ¡Porque no es tan raro! Que le pregunten a un músico si es capaz de entederme y no dicir que estoy loca. Que le pregunten a una persona que, quizás no se exprese de forma muy correcta con su voz, pero si con sus manos a la hora de escribir.
Por eso, quiero convertir mi vida en arte. Porque yo quiero ser artista, arquitecta de palabras, actriz detrás de las hojas y un bolígrafo. Quiero ser todo lo que soy hoy, y sé que quiero dedicar el restro de mi vida a ello. Porque no hay nada que me llene más, que escuchar un: "Me encanta leerte, porque así siento que no estoy sola. Que alguien ha pasado por lo mismo que yo. Porque quizás tú escribes para ti, pero también me llega a mí; lo que escribes me hace más fuerte, a prueba de balas". 
Porque, desde mi punto de vista, no hay nada más bonito que emocionar a otras personas con tu imaginación. Y, yo, no encuentro mejor modelo de vida que el de crear y hacer sentir. 


Del enorme, Albert Espinosa.
A veces pienso que el Sol se levanta todos los días solo para ver sonreír a gente como tú. Sí, gente que deja que las palabras vuelen debajo de sus dedos, escribiendo frases que para el resto del mundo significan lo mismo que el aire. Nada. Gente como tú, que se levanta con la cabeza alta y se digna a no volverla a bajar por personas que para ti significan lo mismo que el aire. Nada. Gente que se ha daído, gente que ha llorado, gente que ha estado encerrada en una habitación vacía gritando con toda la fuerza de sus pulmones y aún así han seguido siendo un susurro en medio de una gran masa de ruido. Nada. Gente que ha tenido dos calles para escoger y eligió la menos transitada. Gente que se conoce esa calle como la palma de su mano porque llevan años viviendo ahí. Gente como tú, o como yo. Gente que está marcada de por vida por el tatuaje de las etiquetas sociales. Gente que nació con un corazón más grande que muchos países juntos. Gente que no necesita humillar a otras para sentirse mejor. Gente que ve más allá de la ropa o los cosméticos. Crééme cuando digo que cada vez que te miro a los ojos, leo tu alma. Y me gusta lo que está escrito en ella. Gente que se ríe con cualquier cosa y se emociona con cualquier otra. Gente que no se avergüenza de lo que le hace raro para algunas personas, porque para otras eso mismo le hace especial. Gente que se niega a quedarse sentado en la estación mirando como la vida pasa sin que su tren llegue. Gente que a veces se siente como alguna más de las luces de la ciudad; porque la gente les tiras piedras hasta que dejen de brillar.

Y a esa gente, es a la que admiro, es a la que le dedico entradas como estas. Porque aunque mucha de esa gente diga que soy valiente o fuerte por todo lo que he pasado, siempre pensaré que los valientes y fuertes son ellos porque lo han pasado todo conmigo. Sabes que eres partes de esa gente cuando pasas mucho tiempo sufriendo, llorando, amargado, o cuando te pierdes delante de tu propio refleo en el espejo porque ya ni te reconoces. Parte de esa gente que se hace especial en el segundo en el que se levanta del suelo, con sus propias manos y piernas. Con una alta probabilidad de que vuelva a caer. Y es que, cuantas más veces caes, más especial eres. Y empiezas a formar parte de esa gente a la que admiro. Que para algunos, es solo gente. Pero no puedes ponerle un "solo" cuando se tratan de, quizás, las mejores personas del mundo.


dimarts, 27 de novembre del 2012

Las cosas están cambiando. No me gusta admitirlo, pero es así. La gente cambia, el tiempo y la vida pasan y el café se enfría. Lo peor de todo es darte cuenta de ello. Ver como gente que es necesaria en tu vida, se va alejando poco a poco, ver como lo que antes era... ya no es.
¿ Qué ha sido del amor? Los "te quiero" se están perdiendo y últimamente carecen de sentimientos. Ahora no quieres a una persona que te acompañe toda tu vida, ahora solo quieres un polvo. Sin compromisos, ni explicaciones. ¿Qué es del romanticismo? 
¿Qué ha sido de la personalidad? Antes los que querían ser diferentes, eran diferentes. Ahora el que quiere ser diferente, es igual a los demás. Ahora se llevan cosas que antes tú las llevabas y te miraban mal. 
¿Qué ha sido de la amistad? Antes los amigos duraban toda la vida. Un amigo siempre daba sin esperar nada a cambio. ¿Dónde ha quedado ahora eso? Ahora todos te buscan por interés en algún momento u otro. La mayoría, a la mínima, te apuñalan y salen huyendo. 
Pero es cierto, no podemos vivir en el pasado, en la misma rutina de siempre. Y a pesar de todo, por mucho que las cosas cambien y la vida pase o las personas se distancien, siempre seré yo. Ya no es por mí, sinó por ti. Porque si, siendo yo, conseguí gustarte, me sirve. 
Porque, como siempre, todo empieza y acaba por ti. Porque sí, no hay razón. Es necesidad. Necesidad a escribir, sabiendo que nunca lo leerás, que te echo de menos y que me ahogo si no estás. ¡Que me falta el aire si te vas! Que, te parecerá una tontería, pero eres más que yo en mí. Es difícil de explicar, pero ya no soy yo el punto principal en mi vida; ahora eres tú. Y no sé si eso es bueno, o es malo. Porque yo no soy el tuyo, ni espero serlo nunca. Porque a mi me mata pensar que tienes novia, pero me alegra pensar que has encontrado a alguien mejor que yo, que te hace feliz y todas esas cosas... que yo no puede hacer. No te voy a mentir, desde que te has ido, o me he ido yo, según como se mire, toda mi vida se ha ido yendo a la mierda poco a poco. He visto caer mi mundo en picado lentamente, y ver que la única persona que podía hacer algo para arreglarlo eras tú, y no hacías nada,  me dolía. Porque no hiciste nada, pero yo tampoco te conté nada. No te conté las noches que te eché de menos llorándote todo un mar, ni los días que se me hacían eternos sin mensajes tuyos. Ni la extrañeza que nunca se iba cuando te veía conectado y no podía hablarte, o no debía hacerlo. 
Se acerca la Navidad, y ambos sabemos que significa eso. Nos volveremos a ver antes de que pueda volver a decir que te he echado de menos todos los días desde que te vi por última vez. Y, no te escribo esto para darte lástima o para que sientas otra vez cosas que ya sentiste. Si pasa eso, que sea de verdad y porque tú lo sientas. Porque, aunque no te lo haya dicho nunca, estoy segura de que lo sabes. Porque no eres tonto, siempre has ido más adelantado que yo. Y sabes que te quiero. Porque nunca me enfadé contigo cuando acabaste con todo. Me enfadé conmigo, por no haber estado a la altura, a tu altura. Te mereces más y mejor. Pero a veces me engaño a mi misma y me digo que yo podría ser ese "más y mejor" tuyo. Porque, tú eres y serás el mío. Simpre. Que no se te olvide, por favor. Y tampoco me olvides a mí, porque sabes que yo no soy capaz de hacerlo. 
Es que, me gustaría decirte tantas cosas, que no sé ni por cual empezar. No hay palabras inventadas suficientes. No las hay, te lo aseguro.
Y por último; hasta que llegue Navidad y te vuelva a ver, estaré esperando a que vuelvas a aburrirte para hablarme. 

Mira al espejo y dime qué ves.

Veo a una chica, de 15 años, pero quizás aparenta unos pocos menos. Lleva el pelo despeinado y ondulado. Va maquillada, tiene los ojos de muchos colores, pero son bonitos, marcados con una raya negra y puede que un poco de rímel. No está gorda, tampoco anoréxica. Va vestido muy informal, no le gusta ir arrelgada sin una buena razón. Lleva una dilatación rosa en la oreja izquierda, y una marca en su oreja derecha que la identifica como única. Lleva un reloj digital, dos gomas de pelo y una pulsera muy vistosa y colorida. Se nota que nunca se quita esas cosas de sus muñecas ya que algunas están algo desgastadas. No me gusta mucho lo que estoy viendo. Es diferente. A todo y todos, a los estereotipos, a la sociedad. No le gustan ni el "buenos días princesa" ni los "te amo mi amor". Nunca se los ha creido. Es una persona que tiene muy claro lo que quiere y lo que no, pero ni ella misma se comprende. Quizás, en algunas ocasiones, es infantil, pero sabe divertirse. No escucharás un "te amo" de su boca, y si dice alguna vez "te quiero", es porque de verdad lo siente. Siempre es la que quiere más. La han traicionado, ha tenido novios, cada uno peor que el anterior; todos han terminado saliendo ranas. La han engañado de la forma más ruïn que puede haber. Le han quitado algo que jamás le podrán devolver, y, lo peor de todo, es que ella misma fue la que se lo entregó. Desde entonces, no cree en Cupido, y odia depender de otra persona para poder ser feliz. Tampoco cree en el día de San Valentín. La chica está llorando, no le gusta hablar de si misma. No le gusta que le digan que se cree guapa o superior, porque hablan sin saber. No es perfecta, pero no quiere serlo. Odia su exterior, pero se quiere interiormente, porque sabe que si no lo hace ella, no lo hará nadie.


diumenge, 25 de novembre del 2012

El amor, es un ocho tumabo.

Llámame egocéntrica, pero en cuestiones de amor, casi siempre suelo llevar razón. Créeme que sí. Llámalo sexto sentido, llámalo suerte, llámalo don. Muchos dicen que me equivoco, que en cuenstiones de amor y de odio nadie tiene nunca la razón de nada. ¿Y eso por qué? Porque, según ellos, el amor siempre va cogido de la mano del destino. Y el destino no está en manos de nadie, es incontrolable. El destino no se equivoca nunca, somos nosotros los que no lo interpretamos bien. Yo creo que no es cuestión de amor, ni destino que dos personas se quieran, creo que es cuestión de... ¡yo que sé! El amor no existe, es una fantasía, o un juego del que todos nos volvemos adictos en algún momento de nuestras vidas. 
¿Sabes? Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, mientras la guerra y la violencia se practican a plena luz del día. Nos quejamos del amor cuando lo pasamos mal, cuando sufrimos por alguien y cuando dejamos que nuestro estado de ánimo dependa de otra persona. Nos quejamos del amor cuando estamos jodidos, o cuando nos enamoramos, que viene siendo lo mismo. A todo el mundo le avergüenza decir que está enamorado, pero nos enamoramos de tantas cosas, y sentimos amor hacia tanto, que la persona que sea capaz de mirarte a los ojos y decirte que está enamorada de ti, es una persona que no teme a nada. ¡Odiamos el amor! Dejar de decirme que no tengo razón cuando sabéis que sí. El amor es una ilusión, un desafío para los más valientes, un pasatiempo eterno.
Y tú, me dirás que las cosas caducan, se pierden. Como la juventud; la juventud que ahora ya no sabe que es eso de amar. Se podría decir que somos viejos, porque mi paciencia ha llegado al límite, en este tema. Porque ya nadie ama, nadie espera que un destino les junte con otra persona. 
Y yo, te preguntaré:
¿Tú no amas? No me lo creo.
Por supuesto que amas.
¿A quién?
A alguien, a algo, a cualquier cosa que te haga sentir bien, o cualquier cosa por la que serías capaz de dar tu vida sin arrepentirte o acobardarte. Porque yo creo que en eso consiste amar. Amar. Bonita palabra. Más extensa que el querer, más profunda y con más sentimiento. Amar, amar por encima de todo. Todo, también es una palabra muy grande. Como tú. Tú también eres grande. Aunque no creas en el amor, aunque no creas en mí ni en mi idealogia del amor. 
Pero eso, eso es otra historia.
Cuando se trata de amor, no hay historias diferentes, ni iguales. El amor es amor, en todas y cada una de sus conjugaciones. Seas viejo, joven, o... muerto. El amor, es amor. Estés donde estés. Seas quién seas. Ames a quien ames. 
Sí, lo sé. Soy una pesada.
Y lo seguiré siento hasta que nos muramos.
Quizás yo me voy primero, o quizás no. Eso no importa.
La cuestión, es que no habrá final. Porque el amor... ¡ay, el amor! El amor no entiende de destinos, ni finales, ni principios éticos. El amor... el amor es infinito.
Como nosotros.

dissabte, 24 de novembre del 2012

Someone like you.

Antes de que digas nada, y rechaces todo esto por completo, dime al menos dónde puedo encargar a alguien como tú. Igual a ti. Aunque sea una copia barata, yo me conformo. Pero encárgate de que venga con todos tus defectos. Pídeles que plagien tu forma de ser, y tu estúpida manera de reírte de mí. Que hagan una fotocopia de la manera en la que intentas ignorarme y hacer como que me buscas por encima de un metro de mi cabeza. Lo quiero igual que tú, como un clon. No me importa pagar de más. Diles que no se queden cortos copiando tus detalles, que no cambien ni tus ideologias. Que siga sabiendo lo que quiere, y hasta qué punto. Que se le gasten las horas de sus días, y venga a robarme las mías. Aprovecha la oferta y diles que le envíen con solo ganas de mí. Y si no es posible, asegura mi corazón porque últimamente, no está muy bien, y no quiere ver a nadie más que no seas tú. 

Me he dado cuenta de que todo lo que tengo alguna vez se irá.

Me niego. Me niego a ver a esa pequeña niña rubia de ojos azules, llorar. Me niego a verla entrer al instituto y que la hagan sentirse mal consigo misma. Me niego a que la juzguen por sus gustos, a que la traten mal por se diferente a las demás. Me niego a ver que no se sienta querida, porque yo la quiero. Me niego a verla crecer, porque ayer era solamente una criatura. Porque ayer corría por las calles para desgastar las zapatillas, porque lloraba cuando le ponía una canción triste. Porque solo era una niña que me obligaba a ver el especial de los Simpsons todas las Navidades, aunque nos lo sepamos de memoria.
Me niego a que este año no me obligue a verlo. Porque verlo, no es nada comparado con verla crecer. Porque en algún lugar de su corazón, sé que es tan sensible como yo. Y también sabía desde la primera vez que la miré a los ojos que, aquellos cuatro meses menos no iban a significar nada. Y también sé ahora cada vez que la miro a los ojos que no quiero que la hagan sufrir. Que quiero que sonría como lo hacía antes, como cuando aún éramos niñas. Porque ahora sé que de sus ojos azules brotarán lágrimas cuando entre en su casa y vuelva a su infierno. Y solo puedo rezar para que no tenga que pasar por lo mismo que yo, para que siga impresionada cuando mire lo bonita que es la luna llena. No dejaré que la hagan daño, y menos que rompan su corazón. Porque nunca estará sola, a pesar de estar lejos.
Daría lo que fuese para que estas navidades cuando esté en cada de mis abuelos, durmiendo muerta de frío, me agite mientras diga "¡Despierta!", para que no esté mucho rato durmiendo y pasar más tiempo juntas; porque recuerde cuando el abuelo entra en casa para darnos chocolate; daría todo lo que tengo para que no se levante un día y no recuerde cuando corríamos por la casa con los pies descalzos o nos sentábamos en las escaleras a jugar. Yo lo sigo recordando. Porque daría todo lo que tengo, una vez más, para que ella nunca sepa lo que es llorar hasta que se te nublan las ojos y no puedes ver nada porque las lágrimas lo cubren todo mientras caen al suelo.
Ahora todo es divertido, no tienes errores de los que arrepentirte, el mundo está de tu lado, no estás rodeada por las normas de la sociedad. No hay problemas que te quiten el sueño. No quieras crecer. 
Porque solo es mi prima, mi prima cuatro meses menor. Pero es una prima, que se parece a mí como si fuese una hermana. Será una payasada para vosotros, pero es una payasada de una chica que no quiere ver a su prima crecer ni hacerse fuerte a base de golpes y dolor.


Quererlo todo, y quedarte con nada.

Lo miraba detenidamente. estudiándolo detalladamente, esperando así, ser capaz de comprenderlo. Comprender por qué me hacía esto. Lo tenía delante, pero no sabía qué decirle después de todo lo vivido. ¿Un perdón?, ¿un gracias?, ¿un vete de mi vida y déjame en paz? En realidad, yo no quería paz. Yo le quería a él. A él y a su manía de hacerme sonreír. A él y su forma de ignorarme. A él y a su forma de mirarme. A él y a su forma de enfadarse conmigo y a los dos minutos decirme "te quiero tonta". Quería que me besara hasta mi boca se quedará seca. Quería fundirme con él todas las noches de mi vida. Quería quitarle esa máscara de chico sin sentimientos. Quería que fuera solo mío. Quería sentir su pulso acelerado encima de mi corazón.
Por eso, cuando por fin se dignó a mirarme, solo pude dibujar el contorno de sus labios y besarle. El beso sabía a un "adiós". Sabía a un "ya no podemos estar juntos". Amargo. Jodidamente amargo. Pero había que aceptarlo, cuando se quieren tantas cosas, al final, acabas perdiéndolo todo.


Fuiste, eres y serás mi primer amor.

El chico silencioso, se acercó por detrás y le dio un pequeño golpecito en el hombro para llamar su atención. Ella se giró enfadada con la persona que le estaba haciendo perder su momento de tranquilidad. Pero cuando vio al chico de ojos marrones y pelo castaño, enfrente suya, su mundo empezó a caerse poco a poco. Él le sonrió. Y a ella se le cayó de las manos la chaqueta y se puso rápidamente las manos en la boca, mientras por sus ojos no dejaban de caer lágrimas, imposibles de controlar. Era... él. Después de tantos meses, él volvía a aperecer en su vida. Y de repente, lo sintió. Eso que necesitaba desde hacía tanto tiempo. Podía volver a respirar, porque él estaba a su lado. Y él siempre había sido su aire, antes y cuando se marchó, siempre. El chico se acercó un poco más a la chica a la que más había querido en toda su vida y la abrazó con miedo a que ésta le rechazara. Ella lloró en su pecho desconsoladamente, mientras él acariciaba su pelo una y otra vez. 
- Te he echado de menos, pequeña. 
- ¿Qué haces aquí? -ella se separó de él a duras penas, se quedaron a milímetros y ella sintió que se volvía cada vez más pequeña, siempre le pasaba cuando él estaba a su lado. Era inevitable-. ¡Te odio! -y volvió llorar. A él le mataba verla así, y más si era por su culpa.
- He venido a por ti, no podía pasar un día más sin verte.
- ¿No crees que ya has dicho suficientes mentiras? Me haces daño cuando me tratas como si fuera una idiota. Una idiota de la que te quieres aprovechar. 
Y, como él intuía, ella no se había olvidado de todo lo que había pasado en el pasado. Nunca se lo perdonaría.
- Antes de que te vayas otra vez, ¿me puedes decir como conseguiste olvidarte de mí? -esa pregunta le dejó en punto muerto.
- No lo he conseguido nunca, princesa. No he olvidado tus besos, tampoco he olvidado el día que estuvimos todo el día en la cama, escondiéndonos del mundo, y ni mucho menos he podido olvidar el sonido de tu risa, esa que me vuelve loco. Y nunca, jamás, me he podido olvidar de ti, ¿sabes por qué?  Porque nunca se olvida a la persona que ha sido tu primer amor, a la persona que siempre tendrá tu corazón.

Desde que ya no estás.

Acabo de descubrir que solo eras un cobarde. Que huyes espantado del amor, como si fueras alérgico a ello. Cuando en realidad lo que más deseas es encontrar a esa chica que te vuelva loco. Es un pena que no fuera yo. Ni todas las demás. Tenías tu manera de hacer sonreír con pequeños detalles como un mensaje de buenos días a las ocho de la mañana. O un "¿a quién tengo que matar?" cuando me veías mal. Siempre sabías elegir las palabras adecuadas. Eras todo lo que necesitaba. Y, la verdad, es que no tengo nada malo que decir de ti, porque hasta tus manias eran adorables. Solo sé que desapareciste sin darme una razón. Y que tus "eres el amor de mi vida" eran más falsos que la zorra de la esquina. Tus promesas volaron con el último cigarro que te fumaste estando conmigo. Quizás tenías miedo a ser querido, a que alguien fuera capaz de dar su vida por ti. No te culpo, el amor es una mierda, o al menos ahora que ya no estás. 

Que te jodan, cariño.

Que le jodan a todo, al mundo y a su eterno egísmo, a ese lugar donde no deberías ir nunca. A las idas y venidas a ninguna parte. Y a lo poco que entiendo qué hago yo aquí, a las horas muertas del día que no le encuentro sentido a mi vida, a la distancia por la que nos perdimos el uno al otro. Que les jodan a los valienets cobardes, a los originales iguales y a esa gente que no se muere de hambre, pero sí de envidia. Que ñe jodan a callar lo que piensas, a las pocas ganas de hacer algo, a lo poco que le gusta el error al mundo. A los que no saben y hablan. Y a los que no hablan y saben. Que le jodan a todos mis fantasmas, a Pepito Grillo y a mi jodida conciencia. Que le jodan a los molinos con complejo de gigantes. Al techo contra la lluvia de ideas, a los paraguas que impiden calarte el alma. Que le jodan a Dios, por no saber quién soy, y a la vida por no decirme cuando debo morir. 
Pero sobre todo, que te jodan a ti, y a que te eche de menos todos los días y tú ni siquiera seas consciente de ello.


divendres, 23 de novembre del 2012

Mismas proporciones.

La única diferencia entre la mente y el corazón, es que la mente te dirá lo más correcto e inteligente, y el corazón te dirá lo que harás de todos modos.
Porque es así. Porque todos actuamos así. Es como un instinto humano, porque el corazón fue creado solo porque la razón necesitaba un oponente contra el que luchar. Y, por suerte o por desgracia, siempre, siempre hacemos caso al corazón. Porque es un sexto sentido, un defecto o una virtud que compartimos todos los seres humanos. Tiramos más al corazón antes que a la razón, y es así. No es malo, pero tampoco es bueno. Es lógico. Sí, lógico; es lógico hacer caso al corazón antes que a la razón. Porque la razón tiene la respuesta correcta, la solución inteligente; pero el corazón no entiende de inteligencia ni de cosas correctas. El corazón entiende de sentimientos, es así de simple. Porque los verdaderos sentimientos se demuestran, de manera inconsciente. Al corazón le duele hablar de amores imposible, o amores platónicos. En cambio, a la razón le divierte torturarte pensando que estás a años luz de la persona que quieres. Por eso, el corazón, prefiere hablar de amores improbables. Porque cuando algo es improbable, existe alguna provabilidad, por pequeña que sea, la hay. Y eso ya es suficiente para que el ser humano se tropiece con la misma piedra, caida tras caida. Porque no empeñamos en pensar y en creernos los "podría ser..." y los finales felices, olvidando que lo finales felices son de película porque, efectivamente, la mayoría duran dos horas. El corazón, es inexacto, es indeciso, es un hijo de puta. El corazón no concreta, es subjetivo y, aunque intenta convencerte de que hacer lo que sientes es bueno, te ciegas y la realidad termina quitándote la venda de los ojos a golpes.
¿Solución? Yo tampoco la sé aún. Quizás el remedio esté en no hacer caso a la razón, ni al corazón; o en hacerles caso a los dos. De manera equitativa, a partes iguales.

No voy a ser la segunda opción de nadie. O me eliges ahora, o me pierdes para siempre.

- ¿Le quisiste? -preguntó mirándome a los ojos.
- Estuve con él, claro que le quise -respondí con tono obvio.
- ¿Y después de que todo se acabara, le seguiste queriendo? -siguió metiendo el dedo en la herida aún abierta.
- Sí -respondí en un suspiro-. Seguí enamorada de él.
- ¿Y por qué no luchaste, por qué no hiciste algo para que volviera? 
- ¿De qué me hubiera servido? Yo ya sabía que a pesar de quererle, lo nuestro ya no podía ser. Lo intentamos, pero nos dimos cuenta de que ya era demasiado. Ya había sido suficiente. Está de más decir que me enamoré de él, y te puedo asegurar que no me arrepiento de nada de lo que he podido vivir con él, y que, como le prometí, no le voy a olvidar nunca. Aunque el lo haga. Quizás todos sus amigos me odien porque piensan que fui una tonta que al poco tiempo dejó de importarme y me fui con algún otro, que nunca le quise de verdad, y todas esas estupideces. Pero nadie sabe lo mal que yo lo he pasado por él. Nadie tiene una idea de las sonrisas que me sacaba desde el otro lado de la pantalla. Y sí, quizás me haya equivocado al no haber luchado por él. Quizás haya hecho cosas mal, pero le quería. De verdad le quería, y eso no me lo puede discutir nadie. Por un tiempo intenté fingir que no me importaba, que él era libre de hacer su vida y yo la mía, por un tiempo creí haberlo superado todo; hasta que vi una foto riendo con sus amigos, lo vi feliz, y entendí que por más que pase el tiempo, nunca dejaré de quererlo. Nunca podré olvidarlo completamente y hoy que ya ha pasado un tiempo, puedo decirte que le quise. Que fui la chica más estúpida del mundo por hacerlo perdido, y que quizás tenía que haber luchado, pero las cosas fueron así, hay relaciones que no tienen salvación. 
- ¿Crees que él, ahora, está con alguien que le merece de verdad? -preguntó con tacto.
- No sé si la persona con la que ahora está la merece. ¿Quién soy yo para decir eso? Le hice sufrir tantas veces que sería una idiota si opinara con respecto a su relación, pero a la persona con la que está, le pido que le cuide, que le quiera, que confie en él, que no le haga daño, que le cambie las lágrimas por sonrisas. Porque yo no fui capaz. Y si esa chica es capaz de hacer eso, si esa persona puede hacerle feliz y quererle la mitad de lo que yo le quise, tiene todo mi respeto. Y con lágrimas, les deseo lo mejor. 

Medalla de oro en celos.

Mira preciosa, te lo voy a explicar.  No es mi novio, pero sí es mio. Solo lo comparto con sus padres, su hermano y sus amigos. No estás incluida entre esas personas, así que ni te ocurra decirle que es guapo, ni que tienes ganas de verle, porque para eso ya estoy yo. Nada de fotos con él, porque no necesita ninguna foto contigo. Ni se te ocurra abrazarle, ir cogidos de la mano y, por supuesto, besarle. Eso último queda completamente prohibido. Nada de ser cariñosa. Puedes ir de facilona con cualquier otro chico, pero no con él. No le preguntes "¿dónde está ella?", porque quizás yo no pueda estar ahí tantas veces como me gustaría, pero aún así, me va a seguir teniendo. Date media vuelta y vete a por otro.

dijous, 22 de novembre del 2012

"Quiero contigo todo"

No te digo que vaya ser la novia perfecta. Que vayamos a vernos todos los días, que te bese a cada segundo que pase, porque los dos sabemos que eso no es posible. No te diré cada día lo que mucho que significas para mí, porque es algo que creo que te diga cada vez que te miro. Tampoco te digo que no vayamos a discutir nunca; esto no va a ser como uno de esos cuentos de hadas. Nos enfadaremos por estupideces, como debe ser. Necesitaremos aire, y tendremos tiempo para cansarnos el uno del otro. Puede que algún día me equivoque contigo, y puede que otro día te equivoques tú conmigo, y quizás vayamos a pagar nuestros enfados con el mundo entero. No soy la más guapa de todas, ni la más apropiada, simpática, divertida, agradable o inteligente, porque sé que no lo soy. Digo lo que siento sin pensarlo, y a veces lo que pienso sin sentirlo, soy cabezota y con un sentido del humor muy diferente al tuyo. No te diré que estaremos toda la eternidad juntos, ni que tumbaremos un ocho; pero quizás sí. Lo que sí te digo es que vamos a vivir cada día como si fuera el último, que no voy a besarte a cada instante, pero sí a cada oportunidad que tenga. De vez en cuando te llamaré solo para recordarte lo que me encantas. Porque si te digo la verdad, me encanta esto que no tenemos, pero podríamos tener. Me encanta esa vergüenza que siento cada vez que alguien pronuncia tu nombre, y las mariposas antes de llamarte. 
No te digo que vaya a ser fácil, porque no lo será. Pero merecerá la pena. Quiero decir, merecería la pena.


Y cuando encuentres a alguien que quiera más que yo, te prometo pagarte la boda.

De los dos, te aseguro que tú pierdes más. Yo me recuperaré del golpe, como debe ser. Tú solo has sido un capítulo, no creas que serás el libro entero. No te daré esa importancia ni ese placer. Me costará, pero yo me volveré a enamorar, y, ¿por qué no? alguien me querrá y me valorará. Alguien no me dejará ir. Pero tú, amor, tú no vas a encontrar nunca a alguien que te quiera como yo. Nunca encontrarás a una chica que sepa que no estás bien con solo oír tu voz. No encontrarás a una chica que te llore el río que te he llorado y a veces te sigo llorando yo. No encontrarás a una chica que se ría de todos tus chistes malos, aunque sean malos o repetitivos. No encontrarás una chica que nunca se canse de tus comentarios salidos de tono. No encontrarás a una chica que tenga fe ciega en ti como la tuve yo contigo. No encontrarás a una chica que piense qué hacer contigo el sábado por la noche pero también en cómo despertarte el domingo siguiente de la forma más dulce posible. No encontrarás a una chica que, en definitiva, te quiera tanto como yo. Que te quiera por encima de sí misma. No la encontrarás, te lo aseguro. Pero, si lo haces, dímelo. Porque te prometo que yo misma te pago la boda, cielo.
El orgullo no engorda, ¿podrías tragártelo tú por esta vez, no? Porque yo, sigo esperando.

Y algún día, desaparecerás.

- ¿Es demasiado tarde para decirte que te quiero?
- Nunca es tarde para hacerme feliz.

Me la resbala si follas o fallas. Si estudias o prefieres la opción fácil. Si odias los domingos o si cuentas por ahí que estoy loca por ti. Si soy tu victoria, o tu fracaso. Si te sigue faltando cerebro o te sigue sobrando de ahí abajo. Si bebes para divertirte o para olvidar nuestro pasado. No me han quedado cicatrices de la caida que me he pegado después de ti, ni lugares, ni paisajes, ni recuerdos bonitos; porque no tuvimos tiempo. Ni canciones que recordar, pero sí canciones para recordarte. He aprendido la lección bien aprendida a base de palos, pero aún me han quedado ganas de volver a verte, y de noches contigo, y de mañanas, y de juegos, y de cosquillas nada más despertar. De todo. Aún tengo ganas de todo. Debo ser masoca, porque el dolor que siento, me recuerda a ti. Porque las ganas y la complicidad que he intentado quemar en el jodido infierno, siguen aquí. Porque me han quedado ganas de ti en general. 
Pero, tranquilo. Todo tiene su principio, y su fin. Algún día serás una simple indignación, un puto interrogante, una resaca de los domingos y un poco de odio hacia lo que puedo haber sido, y no fue. 

dimarts, 20 de novembre del 2012

Y hoy me atrevo a decir que no te quiero aquí.

Escúchame un momento, no te pido más de un par de minutos de tu vida. ¿Qué es tan poco comparado con toda la vida que tienes aún por delante? Te voy a pedir algo, aún sabiendo que tú ya no me debes nada. Te pido que desaparezcas. Sí, no estoy bromeando. Necesito perderte y perderme yo también. Necesito saber que tú ya no te acuerdas de mí, que ya no recuerdas mi nombre. No me envies mensajes, ni le des "me gusta" a mis fotos. Nunca más, por favor. Te parecerá una tontería todas estas cosas que te estoy pidiendo, pero, ¿sabes? Todavía me levanto y miro el móvil por si en la pantalla sale tu nombre. No me digas que echas de menos mi sonrisa, ni que tienes ganas de verme. Y si algún día me derrumbo, vuelvo a caer y te envio un mensaje, no me contestes. Y si te llamo, cuélgame. Ni siquiera dejes que suena, alimentando mis nervios y mis ansias de oírte la voz. Ignórame, solo te pido eso. A partir de hoy, de este jodido momento, tú y yo nunca nos hemos conocido. Nunca hemos llegado a ser más que dos desconocidos que se encontraron por casualidad en las fiesta mayores de un pueblo que tiene de mayor lo que yo de preciosa. Te suplico que me olvides, si no lo has hecho ya. Porque yo soy incapaz de hacerlo, y quizás es que no lo estoy haciendo bien. Llámame exagerada, llámame loca, pero no me llames más. Borra mi número de móvil, porque yo ya me sé de memoria el tuyo. Necesito darme cuenta que después de ti, hay más vida. Necesito perderme en otra sonrisa que no sea la tuya. Porque vives en mí como una jodida canción. Y estoy harta de que vivas en mí. Vete de mi mente, no te pido más. 


dilluns, 19 de novembre del 2012

"No eres la persona que perdí".

- Tú me hacías sonreír. Y si ya no estás, ¿qué motivos tengo para hacerlo? 
- Nunca he dicho que dejes de sonreír por muy triste que estés, no sabes quién se puede enamorar de tu dulce sonrisa, como hice yo. 

Quizás diga que ya no te necesito, que tu recuerdo cada vez es más borroso y que ya no te imagino aquí. Quizás diga que nunca llegué a estar enamorada de ti, que todo empezó y terminó siendo un juego también para mí. Quizás mienta. Quizás en su momento no supe decirte lo que me importabas, ni las ganas que tenía de verte cada día. Quizás me haga la fuerta y no quiera admitirlo pero, te echo de menos. Tanto, que he dejado de controlar mis impulsos y mis pensamientos. No es sano estar todo el día pensando en ti. No es sano vivir con tu imagen en mi cabeza, ni es sano torturarme pensando que la culpa la tuve y la tengo yo. No es justo. Pero tampoco dejo de pensarlo. Quizás, porque no pueda evitar pensar que si el error no fue tuyo, debió ser mio. ¿De quién si nó? Las cosas no suceden porque sí. 
Quizás, creas que ya no soy la personas que creíste que fui. Quizás, nunca fui la persona que creíste. Quizás, me eches de menos de verdad. Quizás mientes tú también. Quizás nunca me has llegado a querer, ni a tener algo de cariño. Quizás yo siempre he sido tu última reserva, la que nunca falla. Quizás me equivoque. Pero quizás no. Quizás debería dejar de torturame de esta manera o, simplemente, me niego a enfrontarme a la parte de mí que aún me recuerda a ti, por si la pierdo. Porque, como ya he dicho muchas veces, si te pierdo, muero. 

dissabte, 17 de novembre del 2012

Digamos que hoy es el día de pedir perdón.

(Hoy es uno de esos días que me siento culpable de muchas cosas. Quizás, de muchas de ellas, yo no tenga la culpa, el caso es que siento que yo las podría haber evitado. Así que, sabiendo que nada va a cambiar ya, voy a pedir perdón. No voy a decir nombre, poque creo que las personas a las que va dirigido esto, ya se darán por aludidas).


A vosotros, las peronas más importantes de mi vida, os pido perdón por no ser la persona que os merecéis. Por mis cambios de humor, por mis actos egoístas, por no deciros lo mucho que os quiero. Por no agradeceros las cosas que hacéis por mí, que no son pocas. Perdón, por no ser la sobrina, ni la hermana, ni la hija, ni la nieta perfecta. Nunca he sido ni seré perfecta. Perdón también, a las personas que ya no están. Perdón por no deciros que os quería tanto antes de que os fuérais. Incluso, perdón a ti, avi, porque aún sin haberte conocido nunca, te quiero más que a nada. Y solo espero que, estés donde estés, te sientas orgullosa de mí, de tu nieta. 

A mis princesas y a mi músico favorito, os debo tantísimas cosas... Os pido perdón por cada mala contestación que os he dado, y por cada vez que he estado borde sin razón. Cuando no os trato como os merecéis y, a veces, hasta os menosprecio. El problema es que soy muy fría, ya lo sabéis, y quizás a mí no me salga daros un abrazo, pero si os digo que os quiero, es porque es de verdad. Sé que no es el mejor momento para pediros cosas, ya que en teoría debería seguir disculpándome por todas las veces que os he fallado, pero, por favor, no me faltéis nunca. Porque el día que no os tenga, no quiero ni pensar lo difícil que será seguir sin vosotros. Te quiero mucho rubia; y a ti, empollona; y a ti enanita; y a ti, que eres como una hermana; y a ti también cabezón. Quizás no seáis nada para el mundo, pero para mí lo sois todo.

A mi niño feo, que eres mucho más importante de lo que crees. Que, estando lejos, eres imprescindible. Te pido perdón por todo. Porque sé que son demasiadas cosas las que deberías reprocharme, pero sin embargo, tú siempre me lo has perdonado todo. Tú, que me has enseñado que se puede querer lo que no se ve, me sacas esas sonrisas cuando solo quiero llorar. Que te quiero, muchísimo más de lo que crees y de lo que yo mimsa creo. Perdóname por no ser la que te mereces y por ser tan fría a veces. Eres de lo más grande que tengo.

A mi niña preciosa, y a mi niño grande. Que estáis tan cerca, y últimamente os siento tan lejos... Perdón por todas las cosas que los tres sabemos. Perdonarme por no llamar, por no buscaros, por no hacerme pesada recordandoos que algún día tenemos que vernos como haciamos antes. Perdón por no mostrar interés, os aseguro que no ha pasado un solo día en que no me acuerde de vosotros y de ese increible verano en que nos conocimos. Tú, preciosa, que has sido más que mi hermana, has sido mi alma gemela. Y lo sigues siendo. Y tú, niñato egíosta y chulo, no eres nada del otro mundo, ¿sabes?, pero lo eres todo en mi mundo. No hay nadie que te supere, porque la paciencia que has tenido conmigo... te has ganado el cielo conmigo, chico. Perdonarme por todo, por favor, y no me guardéis rencor, seguís siendo los mismos para mí. ¿Recordáis el "no os quiero, os amo"? Pues todavía sigue ahí. 

Y, a ti. Quizás el más importante, o quizás el menos importante. No lo sé. Siento no haber estado a tu altura en tantísimas ocasiones. Nunca fue mi intención dejar que la distancia nos ganara. Te pido perdón por mis ataques de celos, o por mi bordería excesiva. Créeme que, cuando estaba borde contigo, me sentía mal conmigo misma. Siento no haber sabido decirte antes que te quiero; sé de sobras que ahora ya es más que tarde. Siento haberme peleado con tus amigos, y haber tachado de cosas que (quizás) no son tus amiguitas. Pero, amor, cuando quieres a alguien, los celos son inevitables. Y, perdóname por no darme cuenta antes de que te estaba perdiendo. Perdóname por no intentar recuperarte, perdóname por no hacer las cosas bien. 

divendres, 16 de novembre del 2012

Se van con putas para olvidar princesas.

Y de repente noté todas y cada una de las miradas de mis acopañantes en aquella noche puestas sobre mí. Me sentí incómoda y miré a ambos lados. El restaurante, aquella noche en la víspera de Noche Buena, estaba lleno. No cabía ni un solo cubierto más, pero en ese momentó sentí como si mis cinco amigos y yo, ocupando una mesa al lado de una de las ventanas, fueramos los únicos en el restaurante, y en el mundo. Dejé de escuchar a la gente que me rodeaba, tampoco era capaz de oír los pasos de los camareros andar a toda velocidad sobre aquel parquet. Todo era silencio. Y miradas hacia mí. Tragué saliva y mis pulmones pedían cada vez más cantidad de oxígeno que yo me resistía a darles solo por no romper el enorme silencio que me había imaginado en mi cabeza. Porque, al fin y al cabo, solo eran imaginaciones mías. Sin embargo, mis amigos seguían observándome, esperando en mí una respuesta que ni mi cabeza ni mi corazón estaban preparados a dar ni a asimilar. Aún así, hice un esfuerzo. Quizás fue por esas fechas, la Navidad siempre me enternecía; o porque no quería disgustar a mis amigos, que ya se impacientaban sugetando con una mano alzada su respectiva copa.
- ¿Y bien, Sonia? -habló Andrea.
- Estamos esperando a que lo digas -continuó Tatiana. 
Volví a tragar saliva y cogí mi copa, la alcé y sonreí de la mejor manera que pude en ese momento.
- Por nosotros -dije sin más. Aunque sabía que ellos esperaban alguna cosa más.
- ¿Y qué más? -dijeron casi al unisón Ignacio y Sandra. Estos se miraron y sonrieron.
- Y por mí -dije al fin. A mí también me cansaba tener el brazo levantado. Todos me miraban. Faltaba algo más-. Y por él, pero por separado. Que no nos merecemos, ninguno de lo dos, eso está claro.
Todos en la mesa sonrieron y brindamos cada uno con su bebida. Noté como la mano de Marina apretaba la mía por debajo de la mesa. Todos eran conscientes de lo que yo había pasado por él, y de lo que significaba para mí haber dicho eso. Le agradecí el gesto de ánimo con una sonrisa y decidí empezar a comer de una vez, ya que nadie se decidía y yo empezaba a tener hambre. Encima de la mesa, guardaban todos los móviles, inactivos. Pero a uno se le encendió la pantalla, avisando que había recibido un mensaje. Todos me miraron. Era el mio. Dejé con suavidad el tenedor y alargué un poco el brazo.
- ¿Vas a romper esta escena tan cálida y coger el móvil? -todos miramos desconcertados a Tatiana y cuando la vimos ponerse roja nos pusimos a reír. 
- Y el premio al último comentario chorra del año es para... -Sandra y Andrea reían al escuchar la voz cambiada a posta de Ignacio-. ¡¡Tatiana!!
La aludida dijó algo entre dientes que nadie pudo entender y siguió comiendo. Yo apoveché y desbloqueé la pequeña pantalla. 
"Feliz Navidad y año nuevo, Sonia. Espero verte pronto, ya sabes que te echo de menos. ¿Vendrás al pueblo estas fiestas?"
Mi cara debió ser un poema o una mismísima obra de Velázquez, porque los cinco me miraban antentamente. Se formó un nudo en mi garganta las manos me empezaron a temblar. Ninguno de ellos preguntó, supongo que no era necesario ya que me conocían demasiado bien.
- ¿Qué te ha dicho? -habló Marina, que llevaba un rato peleándose con un espagueti que quería jugar. 
- No le contestes, Sonia. Borra el mensaje -concluyó Sandra mirándome seriamente. Por un momento creí que me cogería el móvil y me estrellaría contra el parquet. 
- No puedo, es un mensaje de What...
- No le contestes -me cortó Ignacio. 
Asentí con la cabeza levemente y volví a dejar el móvil en su sitio, pero yo me sentía mal. Al fin y al cabo, quedamos en seguir siendo amigos, ¿por qué no debería desearle buenas fiestas? Ah sí, porque quizás se lo tomaba al pie de la letra y se tiraba a una cada noche. Pero, ¿no lo habíamos dejado ya? ¿Por qué seguía importandome? Me levanté de la silla y cogí el móvil. Todos me miraron y yo me disculpé diciendo que necesitaba ir al baño. Me miraron mal. Creo que ninguno me creyó, no porque mintiera mal, sinó porque, en aquel momento, no hacía falta ser muy listo para saber qué queria hacer. Me encerré en el primer baño que vi libre e intenté reprimir las enormes ganas que tenía de romper a llorar. Esa Navidad debía ser perfecta, debía estar con él. Pero, como todo en esta vida, tiene un final. Y las cosas se torcieron y nuestro final llegó antes de lo que esperaba. Llamémoslo distancia, llamémoslo desconfianza, llamémoslo como queramos, pero la cuestión es que ya no quedaba nada de lo que había hacía unos pocos meses. 
"Gracias, Álvaro. Igualemnte, felices fiestas. Sí, claro que subiré. Como cada año". Por un momentó pensé que debía poner un "yo también te echo de menos", pero preferí no hacerlo y lo envié sin más, para no darle más vueltas. Me limpié la lágrima que se me había escapado y salí del baño. Me miré en el espejo: ni rastro de rímel en la cara y el vestido negro ajustado, en su sitio. Salí del baño y caminé hacía mis amigos, que me esperaban en la mesa con los platos casi vacios. 
- ¿De qué habláis? -me itenresé al sentarme de nuevo.
- De si lo que hacemos por ti, es bueno o no realmente. No sabemos si de verdad estamos borrando lo que un día te hizo daño, o si, por el contrario, solo te lo recordamos más.
Sonreí cuando noté que volvía a caer una lágrima y abracé a Tatiana por lo que acababa de decir. 
- Hacéis lo que hacen los amigos. Me hacéis enfadar, a veces incluso os mataría uno a uno entre terrible sufrimiento -todos rieron-, o incluso sería capaz de encerraros en la misma habitación que Falete después de que éste lleve una semana sin comer -volvieron a reír, augmentando el ruido, y algunas de las personas de las mesas cercanas nos miraba y nos suplicaba con la mirada algo más de discreción-. Pero también mataría a quién hiciera falta si os hacen algo. 
Todos se fundieron en un largo "Oooooh" y yo me puse a reír. 
- Nos quiere -dijo Sandra, fingiendo estar emocionada. 
- Y vostros a mí más, inútiles -me defendí poniendo cara de niña buena. 
Volvieron a reír y terminamos de cenar. Todavía no era muy tarde, así que decidimos quedarnos un poco más porque en la calle hacía frio, o al menos, eso nos parecía al ver a las personas que pasaban delante de la gran ventana, tapados hasta el cuello y con la nariz roja del frio. 
- Tengro otro brindis -dijo Ignacio, al terminar la cena. 
Cogimos de nuevo las copas,que ya estaban casi vacías y le miramos todas expectantes. 
- Por todos esos chicos quese van con putas, para olvidar a princesas como la que tenemos aquí -dijo mirándome.
Volvimos a brindar y todos me miraron, como si esperasen que yo hablase. 
- ¿Qué? -pregunté mirándoles haciendo una mueca. 
Pero ninguno respondió. Se limitaron a levantarse de la silla y a avalzarse sobre mí y ahogarme en un abrazo. En otro momento, quizás les abría apartado para coger algo de aire, pero preferí aprovechar el momento y, dentro del abrazo, apagar el móvil sin leer el mensaje que él me había enviado como respuesta al mío. Aquella noche, debía dedicársela a esas personas que ahora estaban casi encima de mí, causando que todos los curiosos del restaurante nos miraran y rieran antes mis súplicas de aire. 
Les quería, no había más. 





Que ya no sé ni como decirlo. Te echo de menos.

Caminaba intentando seguir una linia recta que siempre acababa torciendo. No, no iba borracha, al menos no de alcohol. Iba borracha de sentimientos, de dolor, de felicidad. Su vida se había convertido en una puta montaña rusa, pero no de las que gustan a todo el mundo. Sinó de las que marean cuando te subes por segunda vez. No se había percatado de que llovia, ni de que las gotas se colaban entre los agujeros de sus tejanos rotos. Miró al cielo y cerró los ojos al notar gotas en la cara que caían con fuerza. Se colocó la capucha de su sudadera negra, pero no hacía prácticamente nada, así que llegaría a su casa completamente mojada. "Ya no es lo mismo, ¿no lo notas? Ya no hay amor, ya no hay ganas de comerte a besos, ya no hay nada". Volvió a repetir la maldita frase en su cabeza, esa que hacía más de un mes que había escuchado, pero que le seguía calado hondo, más hondo que esas gotas frías que caían del cielo.
Taxis y coches resbalaban por la carretera. Mujeres preocupadas por sus peinados. Hombres vestidos de traje con maletines demasiado caros como para que una cuantas gotas ordinarias lo mancharan. Niños corriendo y saltando, bajo las advertencias de sus padres. Adolescentes metidos en portales y reiendo. Pero pocos como ella caminaban bajo aquella lluvia improvisada.
No entendía porque, pero casi todo el mundo temía a cuatro gotas de agua que caían sin orden ni sentido. Que estaban frías, y que despertaban su cuerpo y su mente, haciendo que dejara de pensar en la catástrofe formada en su interior.
Los enamorados, por ejemplo, solían darse besos bajo la lluvia, como en las películas. Pero en las películas nunca salía el resfriado del día después.
Aquel pensamiento la hizo sonreír, pero al instanté se evaporó cuando notó que algo vibraba en su bolsillo delantero del pantalón rasgado.
Mensaje de Whatsapp.
- ¿Necesitas un paraguas? -era él.
- Estoy bien -se limitó a responder ella. Se sonrojó al pensar que quizás había contestado demasiado rápido.
- Que raro, imaginé que se te habría olvidado el paraguas, como siempre -contestó después de un par de minutos, haciéndose derrogar y creando cierto nerviosismo en ella.
Se paró en un semáforo en rojo y escribió algo a toda velocidad sobre su teclado táctil para evitar que se mojara mucho. ¿Lo enviaba? No, mejor no. Pero al intetnar darle a borrar, sin querer, le dió a enviar. Y se envió. Y en pocos segundo él leyó:
- Si pudieras pedir un deseo ahora mismo, sin pensarlo, ¿cuál sería?
No obtuvo respuesta. Ella avanzaba por la calle, casi desierta por la tormenta que cada vez empeoraba. Miró el móvil de nuevo. Sin respuesta.
Un sonido agudo seguido de un toque de vibración sonaron en sus pantalones. Tardo menos que nada en coger el móbil.
- Para el tiempo -leyó mentalmente.
- ¿Para qué? -esta vez tardó un par de minutos en responder. Y, tambien, esa vez, él tardó menos en contestar. 
- ¿Nunca has deseado estar con una persona de una manera para siempre? Yo, si estuviera enamorado, me encataría ver a mi novia en el otro lado de mi cama, mientras se despierta con esos ojos que me habrían enamorado. Por eso yo, sinceramente, pararía el tiempo.
Sintió un escalofrío al terminar de leer. "Si estuviera enamorado..." Por un momento pensó si se llegó a enamorar de ella. ¿Por qué no? Sonrió imaginándose que sí, que la llegó a querer. 
Un círculo de personas pasaban a la misma vez que ella por la calle, y bajo el mismo cielo, ella desde la calle, y él desde su casa, pensaron lo mismo.
¿Cómo sería levantarse uno al lado del otro?

dijous, 15 de novembre del 2012

Siendo tú, siendolo todo.

Siempre creí que yo era una persona fuerte, o como mínimo, que sabía aguantar el dolor mejor que otros. Que sabía distinguir entre los que merecen la pena, y los que no. Estaba convencida de que nunca dejaría que me engañaran, que mi orgullo superaría a todo y todos. Pero entonces, llegaste tú. Tú eres tú, y yo soy yo. Yo no estoy aquí para llenar todas tu expectativas, y sé que tú tampoco estás aquí para llenar las mías. Pero has conseguido que, siendo tú, seas todo lo que necesito. 


dimecres, 14 de novembre del 2012

"Sense tu, si no hi ets".

Exhalé el último suspiro y continué permitiendo que me destrozaras, despacio.
Como si la ruina que creabas en mí se tratara de la mayor droga que pidiera meterme en las venas, como si el caos que formabas en mi interior me hiciera bien. Llámalo amor, llámalo masoquismo, llámalo locura, llámalo inestabilidad. Pero sobretodo, llámame a mí. Porque lo necesito.
¿Te mataba tenerme tan lejos que decidiste matarme a mí?
¿Recuerdas esas conversaciones eternas? Cuando hablábamos de casarnos, de vivir juntos, de viajar juntos. O cuando te burlabas de mí porque tú sabías nuchas más cosas que yo y luego me pedías perdon de la forma más dulce que puede haber. ¿Te has olvidado ya de nuestros pequeños secretos? O de ese "te quiero" acompañado de los latidos desacompasados de mi corazón que me costó tanto decir, pero que al final dije. 
Ay, cómo duele recordar, ¿eh?
Me huviera gustado susurrarte mis ilusiones en tu oreja, como una niña pequeña que acababa de despertar la noche del cinco de enero. 
Llámalo esperanza, llámalo pequeños detalles, llámalo felicidad. Pero prometiste  llámarme a mí, y no lo hiciste. 
Me huviera gustado estar ahí a tu lado en tu cumpleaños, o en el mío. Despertarme y verte cada día aún dormido. Así, ¿quién no querría vivir eternamente? 
Llámalo como quieras, pero llámame algún día. 
Nací entre latido y pecho.
Morí entre mis sueños, enredada en tus sábanas.