dijous, 30 d’agost del 2012

Querida infancia:

A veces añoro aquellos años de mi infancia en los que ser la pequeña significaba ser la prioridad de la casa y el único deber era ser feliz. Los años todavía no han borrado todos los recuerdos de mi infancia, aún quedan muchos y espero no borrarlos nunca. Todavía puedo escuchar la voz de mi mejor amiga, sí, esa chica de ojos oscuros que se fue a vivir lejos cuando todavía éramos una crias. Echo en falta muchos momentos con ella. Recuerdo cuando me tenía que subir a un taburete para alcanzar las galleta del estante, cuando mi madre me arropaba antes de dormir, cuando me llevaban a comprar ropa y yo me enfadaba porque me hacían ponerme cosas que a mí no me gustaban, cuando jugaba con ositos de peluches como si tuvieran vida propia, o cuando, todas las veces que me caía, me levantaban y me acariciaban la herida hasta que dejaba de llorar. Recuerdo que el mayor premio que podía recibir, era una muñeca. Yo era feliz jugando solo con eso. Veía mis padres como personas inmortales, me sentía tan segura en sus brazos. Recuerdo lo poco cariñosa que he sido, y sigo siendo, desde siempre. Me despreocupaba de todo, solo quería ser mayor. 
Todos debemos crecer y madurar, y seguir con nuestras vidas, pero lo más importante es que aunque la vida siga y nosotros sigamos envejeciendo, no podemos permitir que nuestro Peter Pan desaparezca y se hunda en el recuerdo.



dijous, 23 d’agost del 2012

¿Qué ha pasado con la chica que te dijo que te quería?

¿Qué ha pasado con la chica que te dijo que te quería? Cuéntame, ¿se ha ido y te ha dejado destrozado? Sinceramente, no me sorprende, yo te advertí. "Nadie te va a querer como yo", ¿recuerdas? Sus promesas se han hecho pequeñas, tanto, que ya no se ven. Y ahora, no me das pena. Estás sintiendo lo que me hiciste a mí. Puede sonar duro, pero me alegra tu dolor. Te lo mereces, te pintó el mundo de las Maravillas, y te has quedado en la entrada. Pero es que en las relaciones toca sufrir a veces, como tantas veces lo ha hecho yo por ti. El que la hace la paga, y ahora la estás apagando. ¿Te está matando que la persona que quieres te haya dejado? Siento reírme, pero lo que hace unos meses era lágrimas mías, hoy lo son tuyas. 
Y, vuelvo a repetir, te lo mereces. 


dimarts, 21 d’agost del 2012

Pero de repente, de un momento a otro, desaparece; como una estrella fugaz entre la noche de agosto.

Y, como un golpe de suerte, recorre su mente como una pasarela. 
Es reconfortante volver a sentir todos aquellos recuerdos que formaron parte un día de su vida. Tanto buenos como malos. Estaban allí, a su alcance. 
Por la radio, no escucha más que canciones acerca de amantes fallidos. Ojalá pudiera acordarse de ella todos los días, pero se le aparece, como flashes, como si su imagen fuera un regalo de Dios. 
Es inexplicable la sensación de tener toda una vida entre tus manos. Saber de donde vienes, cuántos veranos has vivido o cuantas veces has hecho sonreir a tus nietos. 
Uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. Él lo pierde, y no se acuerda.

Sociedad.

Sentirse por un día uno mismo es un capricho que pocas personas se pueden dar. Vivimos en un mundo de particularidades que nos exigen fijarnos en el exterior del otro. Estamos acorralados, acechando de un lado a otro para preservar nuestra imagen. Al fin y al cabo, parece que es lo único que nos queda, como si se tratara de maquillaje que nos disfraza de un falso yo. Así, bajo el nombre de apariencias, la sociedad se vacia en un embudo que nos vuelve cada vez más pequeños.
Me cansa el alma ver como nos movemos a la par, todos iguales. Sin darnos cuenta, nos hemos ido convertiendo en los hilos viejos de una marioneta que parece pudrirse con el tiempo. Me rio de todos aquellos que rien, critican, comentan, presumen, aparentan. Pero sin embargo no puedo, porque creo que yo también pertenezco al compás de esta cadena.


diumenge, 19 d’agost del 2012

Me duele el corazón al recordar tu nombre.

Admiro a todas las personas que viven o han vivido una relación a distancia, de verdad. Yo no sería capaz de hacerlo, no soy tan fuerte como para estar separada de la personas más importante de mi vida. Y sí, también es porque soy un poco desconfiada, y lo peor de las relaciones a distancia es que nunca sabes con seguridad si la otra persona te está olvidando o si ha encontrado a otra persona que, no necesariamente es mejor que tú, pero está cerca de él y eso ya le sirve. 
Otra cosa en contra de las relaciones a distancia, es que, en la mayoría de casos, nunca se llegan a ver y deciden acabar con todo para no sufrir más y poder disfrutar la vida con una persona que pueda abrazarla cuando le apetezca, sin tener en cuenta la distancia, grande o pequeña, pero sigue estando ahí complicando las cosas. 
Después, están esas parejas que sí tienen la suerte de verse. Pero, ¿después qué? Después toca una despedida, que duele incluso más que la distancia. Porque sí, "os volveréis a ver", pensáis, pero ahora toca despedirse. Y siempre será así. Siempre habrá una despedida por cada vez que os encontréis. 

Hoy, amor, te voy a retar a que te acerques a mí, a que respires a menos de dos milímetros de mi cara y a ponerme la piel de gallina, otra vez. No te pido más, desaparece luego si tienes que hacerlo, porque prometo encontrarte. Y si no soy capaz, me buscas tú a mí. Porque, hoy, me he dado cuenta de que te necesito para sonreír. Necesito que seamos el "jo, que cuquis"de todo el mundo. ¿Sabes? Me ahogaría en el perfume de tu cuello cada día, porque tu nombre es la palabra más bonita que existe. Creo recordar que yo solía ser fuerte, hasta que llegaste tú. Y oye, que le jodan a los km, yo quiero que estés en mi futuro; que no sabes lo que es morder mis labios para reprimir las ganas que tengo de volver a morder los tuyos. Y déjame decirte una última vez que eres increible. 
La diferencia entre "promesa" y "recuerdo" es que las promesas se rompen y los recuerdos nos rompen. 


Porque no existen las chicas perfectas, pero siempre habrá una chica perfecta para ti.

"Ella no es perfecta. Tú tampoco lo eres, y ninguno de los dos provbblemente lo seréis. Pero si ella puede hacerte reír al menos una vez, te hace pensar dos veces. Si admite ser humana y cometer errores, no la dejes ir y dale lo mejor de ti. Ella no va a recitarte poesía, no está pensando en ti en todo momento, pero te dará una parte de ella que sabe que podrías romper. No la lastimes, no la cambies, y no esperes de ella más de lo que puede darte. No analices. Sonríe cuando te haga feliz, grita cuando te haga enfadar y extráñala cuando no esté. Ama con todo tu ser cuando recibas su amor. Porque no existen las chicas perfectas, pero siempre habrá una chica perfecta para ti".
Bob Marley

No quiero nada raro.

Yo no busco nada raro, sólo alguien que me extrañe aunque hayamos pasado todo un día juntos, alguien que se ponga nervioso al verme, que no se aburra con mis charlas aunque pasemos cinco horas en el teléfono, que se alegre de escucharme. Alguien que me acompañe siempre a casa y haga divertido el camino, por muy largo que sea. Alguien a quien pueda besar por un simple impulso sin sentirme atrevida. No me importan los regalos, las cenas ni las flores, mientras él demuestre admiración, me conformo con saber que conmigo es donde más le gustaria estar siempre. Y si estuvieras aquí, nada me gustaría más que vivir todo contigo. Y que conozcas todas y cada una de mis sonrisas. Alguien que sólo por mí, lo diese todo, que elija quedarse conmigo aunque tenga otros planes, que sienta que antes de mí ninguna otra existió, que sus amigos se cansen de escuchar mi nombre. Que él piense en mí, mucha más de lo que me pueda imaginar, que sienta que se cae el mundo si discutimos y me abrace tirando su orgullo al suelo. Alguien que me haga reír hasta llorar, y me haga reír cuando no puedo dejar de llorar, que me diga que todas esas canciones de amor le recuerdan a mí. Que me diga que estoy guapa, aunque sea mentira. Que me diga que doy los mejores besos, aunque haya habido otras de mejores, que le encante mi pelo, aunque siempre esté enredado, alguien que me haga sentir la chica más afortunada del universo, sólo por el echo de tenerlo. 


divendres, 17 d’agost del 2012

Duele más ese "te quiero" que no dices.

Este miedo a perderte, sin ni siqueira tenerte, es lo que no me deja ser feliz ni disfrutar de nada. Estoy atrapada en ese miedo que todos llaman inseguridad, es ese miedo que no me deja respirar, que me aleja cada vez más de ti, ese miedo que quiero que se acabe, pero parece no tener fin. Y tú... tú no me ayudas. Con tus falsas esperanzas, con tus sonrisas a escondidas, con tus juegos y tus mentiras.
Sé cómo soy, sé lo que quiero. Pero ya lo sabes, te quiero a ti. Y aún así lo dejas escapar, y yo sigo aquí otra vez llena de ilusiones, de miedo, de inseguridad. Pero, en el fondo, sé que lucharía hasta el final si algo mereciera la pena, sí que daría todo lo que tengo si hace falta con tal de verte feliz. Soy así.


dijous, 16 d’agost del 2012

¿Huir? Solo retrasa los problemas.

Crees que nadie puede entenderte, oyes voces en tu interior que gritan basta. Pero, ¿sabes una cosa? No eres el único que ha pasado por lo que estás pasando tú. Te entiendo, tus padres no pueden comprender lo que sientes sentado en ese pupitre. La gente te trata mal por tener gustos diferentes. Todo empieza en los pasillos, ¿dónde están los profesores? ¿Por qué todos te miran pero ninguno te ayuda? Caminas con la cabeza agachada y las manos en los bolsillos, intentnado pasar inadvertido. Tienes miedo, lo entiendo. Y tus complejos no te ayudan, incluso llegas a pensar que quizás todos te odian, porque tú mismo lo haces. ¿Por qué no? Quieren verte llorar, te encerrarán en el baño, en el sótano o en el desván a la hora del patio, todo por no ser como todos los demás son, lo que te hace ser frágil y débil y también estar tan solo. ¿Los profesores? Solo empeoran las cosas. Un chibatazo es igual a un golpe o a un puñetazo. Pero, la verdad, es que todo lo que hagas será otro motivo para meterse contigo. Todos se ríen, pero a ti no te hace gracia. A veces piensas en qué habrás hecho mal, en qué te habrás equivocado. Pero ni tú ni nadie se merece pasar por lo que pasas. Nunca plantas cara, normal. El miedo te puede, te sientes inferior y por eso te pegan. ¿Huir? Solo retrasa los problemas. Cada día tienes nuevos moratones, tienes que plantarles cara pero, son mucho contra ti. No puedes aguantar esta presión, pero es que en realidad no hace falta que la aguantes. Sigue tus ideales, no te rindas. Crees que la fuerza siempre puede con la inteligencia, pero... ¿Alguna vez lo has probado? Hacerse respetar es complicado, pero te ha tocado. ¿Qué harían los demás si estuvieran en tu lugar? No aguantarían ni la mitad. El rencor te ha envenenado, pero ¿de qué sirve vengarse ya? No te rebajes y olvídalo. Sonríe, eso les joderá. Llegas temprano, ahí están, como cada mañana. "Pegadme, va. Ya no voy a llorar". La verdad es que no te quedan lágrimas que derramar. Cuando escuchan a algún profesor acercarse "Me arrepiento, lo juro". ¿A quién quieren engañar? 


dimecres, 15 d’agost del 2012

Seamos eternos.

La mayoría de la gente piensa que al enamorarse, miles de mariposas alborotarán su estómago, el Sol siempre brillará en el cielo, todo girará entorno a ese amor. Pero no, las mariposas que supuestamente alborotan tu estómago, te comen por dentro, te destrozan, hasta dejarte hundido. El Sol que siempre brilla en el cielo, te abrasará, hasta que te rindas, te evapores. Y esa persona por la cual darías todo y más, pasa de ti, no existes en su mundo, eres uno más.
Pero no siempre es así, de vez en cuando, muy pocas veces, hay personas que consiguen todo lo mencionado al principio, tras superar a las mariposas, ignorarlas, atacarlas, y meterlas en un tarro de cristal, tras apagar el Sol, cubriéndolo con una manta, después de superar los obstáculos que conlleva el primer paso del enamoramiento, consiguen captar la atención de esa persona. Aquí empieza la segunda etapa, sudor de manos, risas tontas, nervios cuando quedan diez minutos para velo, sonrisas al dormir... La mayoría de personas que llegan a esta etapa, no consiguen llegar a la tercera, una de las dos personas cambia, y el tarro se rompe y las mariposas salen. Sin embargo, hay gente que sí lo consigue, pasa a la fase dle ocho tumbado, para quedarse y no irse.
¿Moraleja?
Quién no arriesga, no gana. Así que... ¿llegarás o no a la tercera fase?


Cada vez que tengas frío, prometo convertirme en tu verano.

Llámame nostalgia por querer tenerte a una edad tan temprana, llámame locura, bipolaridad, esquizofrenia, pero esta noche daría mi vida por conocer la tuya. 
Dime, ¿cuántos lunares tiene tu espalda? Quiero deslizarme por cada uno de ellos, dejando un suave rastro de éxtasis que puedan llevarme hacia tu cuello. Y una vez allí engañar al lóbulo de tu oreja, haciéndolo mío durante horas. Que poco a poco conozcas mi lengua y... en un descuido, llegar a tu boca. Quiero recorrer tu vientre haciendo un alto en cada gemido, quiero plasmar ese sonido en mi tímpano y recordarlo cada vez que tenga que echarte de menos. 

Porque no fuiste tú el que jugó a buscarme en el puerto, ni fueron tus manos las que recorrieron mis piernas, ni fuiste tú quien me secó las lágrimas en aquel avión ni quien me regaló una pulsera un día de feria. Pero sin embargo, cada minúscula parte de mi pasado me tienen hoy escribiéndote canciones, inventándome acordes, o diciéndote esto. Porque cada paso que di con quien creí que eras tú, me acercan a escuchar tu risa. A conocer tu nombre, el color de tus ojos, el tacto de tu piel, las atracciones de tu cuerpo. Tu serás mi montaña rusa y yo la niña que espera en la cola, callada, tímida y a veces demasiado romántica, pero tú seguirás siendo mi montaña rusa.
Y yo... ya estoy esperando en la cola. 

diumenge, 12 d’agost del 2012

Una corta clase de psicología.

Cuando una persona se ríe mucho, incluso de las cosas más absurdas y estúpidas, muy en el fondo, esa persona está triste. Cuando una persona duerme demasiado, esa persona se siente sola. Cuando una persona habla poco y además habla rápido, esa persona está guardando demasiados secretos. Cuando una persona no puede llorar, esa persona es débil. Cuando una persona empieza a tener problemas con la comida, esa persona está tensa y tiene muchos problemas. Cuando una persona llora por cosas pequeñas, es de corazón blando. Cuando alguien te pregunta constantemente sobre ti, a pesar de tener el miedo de ser una carga, esa persona te quiere.

dissabte, 11 d’agost del 2012

Un hombre enamorado de una mujer, nunca será igual al resto de los demás

- Son iguales -me limité a decir, encogiendo los hombros-. Todos los hombres son iguales.
- ¿Estás segura? -me preguntó-. Ni siquiera dos gotas de agua, cayendo a la misma velocidad y a la misma distancia son iguales. ¿Por qué dos hombres lo van a ser?
- Tus teorías son patéticas, así que déjalas.
- Es que no llevas razón, preciosa. No puedes juzgarnos sin saber. Ni yo soy igual a tu ex, ni tu ex es igual a mí.
- Tú eres un caso a parte, ya lo sabes.
- ¿Por qué soy tu amigo?
Asentí con la cabeza lentamente.
- Y luego mis teorias son las patéticas.
- No te metas con mis frases -le señalé con el índice, amenzante, pero enseguida se puso a reír-. Es estúpido lo que dices sois todos iguales, ahora te incluyo a ti, Iván. Sé que mi ex es idiota... quién sabe por qué me enamoré de él.
- ¿Quiéres que te lo recuerde?
- Quiero que te calles.
- Te le recuerdo.
- No te pienso escuchar, vas a hablar en vano.
- Pues hablaré en vano. Te voy a relatar tal y como me relataste tú tu maravillosa historia de amor, con Jorge. Tu primer beso, tu primero te quiero, y todo ese rollo cursi que te dijo para después acostarse contigo.
Me quedé callada, tenía razón pero me seguía doliendo recordar esa parte de mí pasado.
- Era un cuatro, no, un cinco de abril, lo recuerdo perfectamente.
- ¿Es necesario, de verdad?
Me ignoró por completo y siguió hablando. Este chico no tenía remedio.
- Como decía, era un 5 de abril. Tú volvías a tu casa después de una larga excursión a Barcelona, para ver no sé que rollo de película en 3D y visitar alguna fábrica de chocolate. Estabas cansada, tus ojos lo decían. Llegaste a casa, y... ¿te estaba hablando a ti? Abriste la conversación, que tenía un mensaje sin leer y casi te caiste de la silla de la emoción. Una tremendas ganas de llorar de felicidad vinieron a ti, y esa sonrisa... esa sonrisa tan escondida por fin volía a salir. ¿Y ahora qué?, pensaste. El chico del que llevabas enamorada desde hacia meses, te estaba pidiendo una oportunidad. Muchas puertas se cerraban, lo sabía, pero la más importante se abría. Aceptaste tan rápido que casi te dio vergüenza. Siempre te habías sentido tan sola, tan desentendida por todos. Pero llegó él. Tan distinto de apriencia a los demás, tan dulce, rebelde, innovador, cariñoso. Tan Don Perfecto. Tan Mister Gilipollas. Y te conquistó, sabes que sí, Jorge te conquistó sin apenas esfuerzo. Pero, después de muchos meses juntos, creiste que no érais el uno para el otro, que el amor se hacía cada vez más pequeño. Y te arrepentiste a los pocos días. Así que decidiste enviarle una carte, con todo lo que sentías y no te atrevías a gritar. Pero nada. Mister Gilipollas, Don Perfecto, o simplemente Jorge, desapareció. Hasta que volvió dos veranos más tarde, para engañarte. Y lo consiguió, pero de qué manera...
Se quedó callado al ver mi rostro, creo que se asustó por el dolor que transmitia.
- No me mires con esa cara -intenté sonreír-. Es así. Jorge es un cabrón, y todos, en un momento o otro, son iguales que él.
- Te equivocas.
- ¿Por qué me equivoco?
- Te equivocas, porque sí. Él fue un cabrón, porque no estaba enamorado de ti. Esa es la diferencia entre los hombres, y su igualdad. Un hombre enamorado de una mujer, nunca será igual al resto de los demás.


Hagámoslo de nuevo.


- No entiendo ni entenderé, cómo puedes leer ese tipo de cosas -protestó, como todas las mañanas en la cafetería del instituto.
- Tú lees sobre política, sobre el mundo y sobre la crisis, y aquí yo no me quejo.
- Lo mío son cosas importantes, cosas que nos envuelven. A ver, señorita, ¿qué estás leyendo ahora?
- Cómo los protagonistas han hecho el amor -se llevó las manos a la cabeza. Yo me reí, tomando un sorbo de su zumo de naranja.
- Qué guarrilla.
- Gracias.
- Bueno, pues dado que sonríes tanto leyendo ese trozo de capítulo, ¿te importa leérmelo?
Arqueé las cejas.
- Te lo estoy diciendo en serio -sonrió. Yo, me aclaré un poco la voz, y comencé a narrar el pequeño trozo de amor que había en ese libro nuevo, del que nadie había oído hablar nunca.
"Un pequeño rayo de luna separaba sus caras. Los rayos iluminaban la habitación, y un par de mantas y cojines, hacían su nido de amor en el suelo. Ella temblorosa por el frío, se acercó a él. Suspiró dentro de su boca y rodeó con sus brazos su cuello. Le susurró, una vez más, hagámoslo de nuevo. Pero él movió la cabeza en señal negativa, y besó su frente.
La lluvia no cesaba. Los truenos cada vez eran más fuertes, el frío más congelado, y las nubes más oscuras. Aquel pequeño rayo de luz se había apagado con el último ruido, y aquel susurro se había perdido entre besos.
No podían aguantar sin hacerlo nuevamente.
La pasión se había vuelto dueña de sus actos. El color de las mejillas de ella era melocotón rosado, y los labios de él eran pura pasión roja, del carmín que antes llevaba ella. La ropa se había perdido entre las sábanas, al igual que su ropa interior.
Uno encima del otro.
Sin descanso.
Sin pudor.
Él se colocó sobre ella. Bajó de los labios hasta el cuello, del cuello hasta sus pechos, y de sus pechos, hasta su barriga. Despacio, recorriendo lo que nunca antes había recorrido. Creando pequeños caminos con sus labios, mientras ella seguía susurrando hagámoslo de nuevo. Volvió a subir por donde antes había bajado, y entrelazó sus manos con las de ella. La miró a los ojos, tan marrones y a la vez tan brillantes, por el extraño esplendor que desprendía, y la besó detrás de la oreja.
El último trueno sonó.
Se miraron. Despacio, sin prisas y sin agobios. Y cuando por fin no podían saciar su amor con más besos, no podían acariciarse más la piel como terciopelo, volvieron hacerlo. Volvieron hacer el amor con más intensidad que antes.
Hagámoslo de nuevo, dijo ella, una vez más. Hagámoslo otra vez.
Y así, durante toda su vida. Hagámoslo las veces que sea falta. Las veces que necesitemos saciarnos. Todas las veces posibles."
- Es...-Intentó pronunciar-Es sencillamente increíble. ¿De quién es?
- Nadie lo sabe. Es un libro anónimo. Bueno, mejor dicho, anónima. Es una mujer, una niña, una adolescente. Nadie lo sabe. Su sueño era escribir un libro, no venderlo. Simplemente publicarlo, así, sin más. Quizá tú leerás sobre el mundo, pero hay gente que con un libro intenta cambiarlo. Con un sueño. Y me parece increíble, en cierto modo. Porque ha cumplido su sueño y a más a más, ha ayudado a todos aquellos que lo necesitaban. Realmente es una mujer de oro.
- Sí, en eso estamos de acuerdo -sonrió y me miró a los ojos. Por un momento quise tener el valor como esa mujer de decírselo, y soltar todo aquello que llevaba matándome por dentro, desde que lo hicimos en aquella fiesta, cuando ibamos un poco bebidos. Pero luego caí en la cuenta que sólo erámos amigos.
Y que quizá no podríamos volver a repetirlo. 
No podíamos hacerlo de nuevo.

Las chicas malas, hacen cosas malas.

Siento decir, pequeño Superhéroe, que te has equivocado. Aquí las princesas no existen, ni los cuentos. Si quieres un baso bajo la lluvia, conmigo sólo vas a conseguir uno bajo las sábanas. Si quieres un "te quiero para siempre", yo sólo te voy a dar un "fue bonito mientras duró". Si quieres una novela de amor, pequeño Superhéroe, aquí sólo vas a tener una noche pasional, con suerte quizás tres o cuatro momentos románticos pero salvajes. 
Las princesas ya se han cansado de esperar. Tardaste demasiado en aprecer, y ahora los tiempos han cambiado y yo hace tiempo que tiré mi corona. Atrás se han quedado mis ganas de historias de amor y han desaparecido, y con ellas, tus promesas. Atrás quedó el tiempo en que te esperaba a que me quitaras las palabras de la boca para decirme que me equivocaba, y que me callaras con un beso. 
Pero, pequeño Superhéroe, el mundo en el que vivimos me han enseñado a manejar situaciones, y aquí el único tonto que hay, eres tú. Siento si soy brusca, en ningún momento te dije que iba a ser gentil, y siento decirte la verdad si te duele. 
Los príncipes ya no son caballeros, y yo perdí la inocencia cuando me di cuenta que me utilizabas. Cuando sólo te convenia para reír, cuando perdiste los pantalones la primera vez, bajo aquel cielo estrellado de verano. Yo perdí todo aquello que me caracterizaba. Y para mí, el amor ya está sonbrevalorado.
No te equivoques conmigo, si es que piensas que me vas a cambiar, con un par de rosas rojas y un traje Channel, justo de la misma talla que mi piel. No te equivoques, si me ves cara de tonta, o de lista, o de ilusa. No te equivoques, pequeño ferrero Rocher.


Solo sé que no sé nada.

Solo sé que empecé creyendo que te gustaba, que sentías por mí lo mismo que yo por ti. Creí que harías por mí cualquier cosa y que no te frenaría nada. ¿Por qué no?
Solo sé que me abrazaste, y me acariciaste. No me dijiste "te quiero", porque siempre dijiste que eso sonaba a tópico, que la gente que decía eso no era de fiar. Siempre me hizo gracia tu forma de pensar. Pero me dijiste "prometo cuidar siempre de ti", mientras tus manos, en mi cara, temblaban; lo que significa que estabas nervioso o inlcuso emocionado. Y eso me valió más que mil "te quiero" de cualquier otro ser humano.
Solo sé que empezaste a besarme el cuello, sabías que ese era mi punto débil. Y después, subiste hasta mi oreja, para mordérmela y caer a tus pies.
Pero, ¿qué pasó después? Cambio, cambio radical.
Solo sé que comenzaste a estar distante, que no hablabas conmigo de tus problemas, quizás por vergüenza o por miedo, pero ya no éramos tú y yo.
Solo sé que empecé a volverme loca, pensando a todas horas en lo qué pasaba por tu cabeza y en por qué no lo compartías conmigo.
Solo sé que una noche, me dijiste que tenías que hablar conmigo y que nos alejáramos de la gente, que querías tranquilidad.
Solo sé que me puse nerviosa, que no sabía que me ibas a decir, o quizás sí lo sabía pero no quería verlo. Nos sentamos en un banco y me preguntaste si te quería, y yo te dije... ¿qué te iba a decir? Que sí, que te quería.
Solo sé que tú me dijiste "me voy". Y apartaste la vista rápidamente de mis ojos. "¿A casa, tan pronto?" dije mirando la hora. Torciste la boca y me volviste a mirar, dejando ver tus ojos rojos y húmedos. Y lo entendí. Me tapé los ojos, no entendí por qué, fue un acto reflejo. Creo que lo hice porque, siempre, desde pequeña, cuando alguien me decía algo que no me gustaba o me daba miedo, me tapaba los ojos, como si eso fuera a cambiarlo todo, como si fuera a venir un hada magica con su barita y arreglar el desastre. Leyéndome la mente, dijiste con la voz rota "Lejos, me voy lejos". No pregunté nada, no quería saberlo. Me pasé la manga de la camiseta por mis ojos, que habían empezado a llorar y me abrazaste. Creo que nunca me había dado cuenta de lo que me querías hasta ese momento. Se me rompió el corazón, pero supe que el tuyo también lo estaba. Así que me tragué mis ganas de llorar y te miré, sonreí. Me miraste confuso. "Si te vas a ir, quiero que nuestros últimos días estemos sonriendo en cada momento".
Pero eso era demasiado fácil, no podía ayudarte a hacer las maleta sin ponerme a llorar, o sin robarte algna camiseta para tener siempre tu olor conmigo.
Te despediste de mí con un "te quiero", y me dejaste en la estación.
Y ahora estoy aquí, triste y destrozada, solo sé que no sé nada.






dimarts, 7 d’agost del 2012

"Estoy bien"

- ¿Qué te pasa enana? -pregunté después de un largo rato de silencio en su habitación.
- Nada -se limitó a contestar, y en pocos segundos volvió el silencio.
Levanté la vista hacia ella, pero no me miró ni una sola vez. Era evidente que algo le pasaba. Pero en realidad, era normal en ella. Ella, siempre tan callada, tan reservada, tan desconfiada. Pero conmigo no era así, no. Llevábamos demasiado siendo amigas, siendo hermanas. Me miró de reojo y al ver que la estaba observando apartó la vista rápidamente, pero me dio tiempo a ver que estaba llorando. Suspiré y me levanté de su cama para sentarme en su alfombra morada con la mancha de zumo que nunca se iba. Me senté a su lado y esperé. Esperé a que dijera algo, a que diera la señal, o a que me diera permiso para hablar.
- De verdad, estoy bien -volió a mentir sin mirarme. Estaba fría, distante. Y eso me dolía.
- ¿Del cero al diez, cuánto crees que te creo?
- No lo sé.
Y se volvió a hacer el silencio. Era obvio que algo le pasaba. Y también era obvio que no quería hablar de ello, así que decidí respetarla y no sacarle el tema hasta que ella quisiera hablarlo. Me levanté ayudandome apoyando mis manos en mis rodillas para darme impulso y cogí mi móvil, que debía estar tirado por la cama.
- ¿Sabes qué vamos a hacer? -mi miró pero no me preguntó nada, así que seguí hablado-. Vamos a llamarle.
- ¿A quién? -me mató oír su voz tan débil, así que me senté de neuvo a su lado y, mientras marcaba y ponía el altavoz, le acariciaba el pelo con la mano que tenía libre.
- ¿A quién va a ser, tonta? ¡A Javi! -mi novio. Mi felicidad. Pero no lo hacía por mí, bueno, en parte quizás sí, pero también lo hacía por ella. Siempre se habían llevado tan bien y tan mal a la vez. Se peleaban siempre pero luego alguien hacia el esfuerzo de hacer sonreír al otro y amigos otra vez. Javi siempre conseguía hacerla reír. Siempre.
Marqué su móvil, pero antes de darle al botón de llamar, una mano se puso encima de la mía.
- Estoy enamorada -soltó de repente-. Pero no puedo decirte de quién, lo siento.
Por un momento se me pasó por la cabeza que mi mejor amiga estaba enamorado de Javi. Pero al instante me sentí la peor amiga por desconfiar así de ella, así que la abracé y le susurré un "todo saldrá bien", pero ella seguía igual. Así que llamé a mi novio, con la espranza de que la alegrara un poco.
- Hola, pequeño -hablé yo primera, después de poner el altavoz.
- Hola, pricesita -contestó él con la voz más dulce que había escuchado en toda mi vida, la que me enamoraba cada día. ¿Cómo podían hablar de música sin oír antes su voz?
Pero, después de oír su voz, escuché un llanto. Detrás de mi risa, observé un lágrima. Y entonces me di cuenta. En ese momento supe que debía elegir entre mi felicidad, y mi mejor amiga.

Respeto ante todo.

Una pregunta así, rápida. ¿Dónde queda el respeto de las personas? 
Que sí, lo reconozco, que yo soy la primera en reconocer que alguna vez he criticado a alguien, pero es que lo de algunos ya es pasarse. 
¿Tanto os importa cómo se visten los demás? ¿Cómo se peinan? ¿Cómo hablan o cómo caminan? ¿La música que escuchan, lo que hacen en su tiempo libre? Yo creo que lo que de verdad debería importaros, son vuestros propios gustos, y la pregunta clave es ¿qué hay de ti? ¿Te has mirado en un espejo? ¿Valoras lo que tienes y lo que eres? Quizás el problema es ese. Que a todas esas preguntas la respuesta es un no, y lo disimulas criticando a las personas que se sienten bien con lo que son. Y eso, en realidad, es envidia. 
Deberías parar un segundo y analizarte. ¿No vivimos en un mundo libre, donde todos tenemos el derecho a reflejar lo que somos de la manera que deseamos? Es cierto que algunos llevan a la exageración sus gustos o ideales, pero es que eso no debería importarnos al resto. Conformaros con se vosotros mismos y salir a la calle cada día, sin pensar en las miradas que pueden posarse sobre ti, o en los comentarios que pueden hacer a las espaldas. No os quejéis de las  criticas si vosotros, a la mínima diferencia, también lo hacéis. Si se pide respeto, hay que ofrecerlo también. Aquí, cada uno somos un mundo, todos tenemos distintos puntos de vista y distintas formas de ser educados. 
Y respetar, eso ante todo. Preguntar primero el motivo de determinadas actitudes y comportamientos, determinadas expresiones y sentimientos. Igual que son desconocidos para vosotros, también vosotros lo sois para ellos. 




divendres, 3 d’agost del 2012

Te echo de menos.

Parece que fue ayer cuando vi tú cara, pero en ese momento no me imaginé que sería la última vez. Me dijiste "estoy orgulloso de ti, pequeña". Y al instante, me sentí orgullosa yo también. Te sostendría en mis brazos si pudiera hacerlo, te quitaría todo el dolor. Sé que un tópico, pero gracias por todo lo que haz hecho. Te perdono todos tus errores, igual que espero que tú perdonaras todos los míos. No hay nada que no fuera a dar por volver a escucharte decir "no corras, que las prisas nos son buenas" o tú tan peculiar "¡Esta niña que no para nunca quita!". A veces me gustaría llamarte, pero sé que no me vas a contestar. Perdóname, por culparte cuando no tenías culpa y sobretodo, por no poder despedirme de ti. Hay días en los que me siento destruida por dentro, pero me cuesta decir que te echo de menos. A veces quisiera entenderlo, ¿por qué estan difícil decir adiós?. Me gustaría que me ayudaras a entenderlo, ¿me puedes ver desde arriba? ¿Sigues estando orgulloso de mí? Si tuviera un día más, te contaría cuánto te extraño desde que estás lejos. 

La felicidad está rodeada de dolor.

Recuerdo perfectamente cómo pasó, es uno de esos momentos de la vida que no quieres ni puedes olvidar nunca. Ella estaba ahí, tan guapa como siempre. Con esos ojos verdes y grandes que me tentaban a perderme en ellos. Sin embargo, me mataba por dentro que solo fueramos amigos. Así que me armé de valor, que no sé ni de dónde saqué, y me acerqué a ella decidido a acabar con nuestra amistad y empezar, si tenía esa suerte, algo más. Me temblaban las piernas y me fallaban la fuerzas para sostenerme de pie delante de ella. Sabía el enorme riesgo al que me iba a someter. 
- Tengo que decirte algo, Sofi, pero tengo que decirtelo mirándote a los ojos... -le susurré mientras ella miraba todo y nada que nos rodeaba. La verdad, es que no pude descifrar qué observaba con tanta atención. 
- Tú también me gustas a mí, Marcos -dijo girando la cabeza hacia mí, haciendo que nuestras narices se tocaran.
Me quedé de piedra. ¿Ella también podía sentirlo? No me faltaron ganas de ponerme a dar volteretas de la felicidad o cogerla de la mano y ponerme a correr, hasta que vi en sus ojos un brillo distino al de siempre. Un brillo que no expresaba alegría y felicidad, como cada día. En ese momento, expresaban rabia y dolor. Mi sonrisa se volvió gris, hasta que terminó desapareciendo por completo cuando dijo:
- Tengo novio. 
Le solté la mano que segundo antes le había cogido casi sin darme cuenta y retrocedí un par de pasos para asimilar bien lo que acababa de escuchar.
- Pero no le quiero -dijo mientras volvía a mirarla a los ojos. Algo dentro de mí se rompió cuando pude ver que los ojos empezaban a enrogecer, si la veía llorar me hundía. 
- ¿Tienes novio, y no le quieres? No entiendo nada, Sofia -dije intentando que mi voz sonara dulce, aunque en ese momento solo quería gritar. 
- Te quiero a ti, pero...
- ¿Pero? Tienes novio, no le quieres porque quieres a otro que también siente lo mismo por ti. Yo le veo una fácil solución. Déjale y vente conmigo. 
Me miró un minuto, casi un segundo. Apartó la vista enseguida porque no era capaz de manterme la mirada, aunque yo a ella tampoco. 
- No puedo hacerlo -dijo en un susurro, casi que dudé si lo había dicho de verdad o me lo había imaginado-. No puedo -volvió a repetir más alto. 
- ¿Por qué? 
- Porque tengo miedo. 
Me quedé callado durante unos minutos mientras miraba al "todo" y al "nada" que Sofia miraba antes. Y entonces entendí qué estaba mirando. A lo lejos, muy a lo lejos, vi unos nubarrones negros llorando qu estropeaban el paisaje. Y entonces lo entendí. La felicidad está rodeada de dolor. No entendía a qué le tenía mieda exactamente, pero puede hacerme una pequeña idea. 
- Esto va a funcionar, Sofi -volví a acercarme a ella-. Lo sé, no me preguntes por qué, pero lo sé, Debe ser así. Ambos nos merecemos un final feliz. Y para mí, mi único final feliz lleva tu nombre tatuado con fuego. No puede ser de otra manera. 
- ¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? -dijo elevando el tono de voz. 
- No lo estoy, pero te quiero. Y eso es lo único de lo que estoy seguro, pero me vale. ¿Y a ti, también te vale?
Me volvió a mirar. 
- Me vale. 

dimecres, 1 d’agost del 2012

"Justifique su respuesta".

Cuando en una pregunta de un examen te dicen "Justifica la respuesta":

- Porque Dios lo quiso así:


- Lo copié: 



- Primero, justifique usted la pregunta: 



















- Porque está en el libro:














- Porque sí:





















- Por favor, lee la respuesta de Pepa, estoy de acuerdo con ella:


















- No sé justificar lalalala:














- Confia en mí:


















- Solo justifico en la presencia de mi abogado:













- No te interesa por qué:












- Falso. Porque no es verdadero:














- Justifique su respuesta: había una pregunta ahí arriba, por eso la respondí:















- Mi respuesta es como el amor, no tiene explicación: