dissabte, 11 d’agost del 2012

Solo sé que no sé nada.

Solo sé que empecé creyendo que te gustaba, que sentías por mí lo mismo que yo por ti. Creí que harías por mí cualquier cosa y que no te frenaría nada. ¿Por qué no?
Solo sé que me abrazaste, y me acariciaste. No me dijiste "te quiero", porque siempre dijiste que eso sonaba a tópico, que la gente que decía eso no era de fiar. Siempre me hizo gracia tu forma de pensar. Pero me dijiste "prometo cuidar siempre de ti", mientras tus manos, en mi cara, temblaban; lo que significa que estabas nervioso o inlcuso emocionado. Y eso me valió más que mil "te quiero" de cualquier otro ser humano.
Solo sé que empezaste a besarme el cuello, sabías que ese era mi punto débil. Y después, subiste hasta mi oreja, para mordérmela y caer a tus pies.
Pero, ¿qué pasó después? Cambio, cambio radical.
Solo sé que comenzaste a estar distante, que no hablabas conmigo de tus problemas, quizás por vergüenza o por miedo, pero ya no éramos tú y yo.
Solo sé que empecé a volverme loca, pensando a todas horas en lo qué pasaba por tu cabeza y en por qué no lo compartías conmigo.
Solo sé que una noche, me dijiste que tenías que hablar conmigo y que nos alejáramos de la gente, que querías tranquilidad.
Solo sé que me puse nerviosa, que no sabía que me ibas a decir, o quizás sí lo sabía pero no quería verlo. Nos sentamos en un banco y me preguntaste si te quería, y yo te dije... ¿qué te iba a decir? Que sí, que te quería.
Solo sé que tú me dijiste "me voy". Y apartaste la vista rápidamente de mis ojos. "¿A casa, tan pronto?" dije mirando la hora. Torciste la boca y me volviste a mirar, dejando ver tus ojos rojos y húmedos. Y lo entendí. Me tapé los ojos, no entendí por qué, fue un acto reflejo. Creo que lo hice porque, siempre, desde pequeña, cuando alguien me decía algo que no me gustaba o me daba miedo, me tapaba los ojos, como si eso fuera a cambiarlo todo, como si fuera a venir un hada magica con su barita y arreglar el desastre. Leyéndome la mente, dijiste con la voz rota "Lejos, me voy lejos". No pregunté nada, no quería saberlo. Me pasé la manga de la camiseta por mis ojos, que habían empezado a llorar y me abrazaste. Creo que nunca me había dado cuenta de lo que me querías hasta ese momento. Se me rompió el corazón, pero supe que el tuyo también lo estaba. Así que me tragué mis ganas de llorar y te miré, sonreí. Me miraste confuso. "Si te vas a ir, quiero que nuestros últimos días estemos sonriendo en cada momento".
Pero eso era demasiado fácil, no podía ayudarte a hacer las maleta sin ponerme a llorar, o sin robarte algna camiseta para tener siempre tu olor conmigo.
Te despediste de mí con un "te quiero", y me dejaste en la estación.
Y ahora estoy aquí, triste y destrozada, solo sé que no sé nada.






Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada