dilluns, 22 d’octubre del 2012

Si queremos historias de amor perfecto, tenemos que seguir leyéndolas en libros.

Me desperté pronto, o almenos lo parecía. Miré hacia la ventana, abierta, y observé un cielo completamente gris que entristecía toda la ciudad. Hoy tampoco saldría el Sol. Por alguna razón, últimamente me costaba muchísimo dormir. Busqué el móvil en mi mesita de noche aún con los ojos medio cerrados e hice caer un par de cosas al suelo. Moví unos centrímetros más el brazo y lo encontré. Un mensaje de voz y una llamadas. Apenas eran las nueve de la mañana, ¿quién se acordaba de mí tan pronto? Por costumbre, como siempre hacía, miré primero la llamada perdida. Y juro que si en ese instante que leí su nombre no se me paró el corazón, fue por pura suerte. Me había llamado a las ocho y media de la mañana. Su primer pensamiento en todo el día, había sido yo. Me prometí a mí mismo que la llamaría después de escuchar el mensaje de voz.
- Buenos días. O al menos espero que sean buenos para ti, porque para mí no lo son si no estás tú. Pero eso ya lo sabes. Espero no haberte despertado con la llamada, aunque conocíendote como te conozco, seguro que tendrás el móvil en silencio. Como siempre. Bueno, ¿Cómo estas? -dijo la voz dulce de aquella chica después de un largo silencio-. Que pregunta más idiota. Tampoco puedes contestarla ahora. No sé ni por qué te llamo. Quería escuchar tu voz, pero estarás dormido. Como debería estarlo yo, que es muy temprano. Pero por alguna razón, no consigo dormir mucho desde hace días. Bueno, cuando te despiertes o no sepas qué hacer, ya sabes. Estoy aquí -y se despidió con su tan peculiar, y a la vez tan tópico del mundo entero- Te quiero.
Un escalofrío le recorrió desde el cuello hasta el final de su columna vertebral. Era tan perfecta. Y, sobretodo, tan suya y de nadie más.
Marcó su número, que ya se lo había aprendido de memoria y esperó. 
- Buenos días, princesita. ¿Cómo has dormido? -dijo él, nada más escuchar su respiración. 
- Sola -habló ella, esta vez sin dulzura, con tristeza. 
- Lo sé, pequeñita. Y lo siento.
Silencio. 
- Da igual -mintió ella, al ver que el silencio se alargaba demasiado. 
- No, no da igual -intentó hablar él. Pero ninguo tenía ganas de discutirlo- ¿Sabes que te quiero?
- Y sabes que yo también.
- Sí -afirmó él.
- No era una pregunta, solo lo afirmaba. 
Aunque no se vieran, ambos somrieron. Y es que no les hacía falta nada más en el mundo. Porque se tenías el uno al otro. 

***

Lo siento chicas, pero es así. Las historia de amor perfectas están muy sobrevaloradas, y ya solo existen en los libros. No hay chicos que te prometan un "para siempre" con verdadera intención de cumplirlo. No existen chicos dispuestos a dar por ti su propia vida, ni chicos que quieran ver tu cara cada mañana al despertar el resto de sus días. No nos engañemos, si alguna vez los ha habido, hoy ya no. O se esconden. Huyen de nosotras o, al menos, de mí. Y, puestos a decir verdades, yo ya me he cansado de ese chico perfecto que toda chica busca. Yo no quiero eso para mí. Me da igual su pasado, me dan igual sus antiguas novias, me da igual todo. Lo que importa, es que yo vaya a ser la última, y él lo tenga claro. Que me rompa las medias con la boca, y al día siguiente me compre otras. Que se ría cada vez que me ponga celosa cuando mira a otras chicas, y luego me diga "como tú no hay ninguna". Que me mire, y me vea reflejada en sus ojos. Que me cree sonrisas, no cicatriceces. Que me diga que soy imperfecta, pero que no me cambia por nada. Que cuando se tenga que ir, le suplique que se quede por lo que más quiere, y él me responda que se queda por mí. 






Su nombre, es lo que menos importa.

- ¿Estás bien?
- No, no estoy bien. Y, ¿sabes qué es lo peor de todo? Que siento que nadie quiere ayudarme ni preocuparse por mí.
- Bueno, siempre puedes pedirle ayuda a tu amiga.
- ¿A mi amiga?
- Sí, a tu amiga. A esa que tenemos todos. A esa que, muchas veces, es la única que nos entiende. A esa que nos hace sonreír cuando nadie más es capaz de hacerlo. A esa que, en solo minutos, puede explicar nuestra vida de una forma tan perfecta que, ni nosotros mismos, podríamos hacerlo mejor. A esa que, cuando no soportamos al mundo que nos rodea, es la única que nos ayuda a huir de él para escapar a otro mucho mejor. A esa que siempre está ahí cuando nos sentimos solos. A esa que, pase lo que pase, nunca nos abandonará.
- Pero yo no tengo esa amiga...
- Sí, sí que la tienes.
- ¿Y cómo se llama?
- Su nombre es lo de menos. Pero tú puedes llamarla múscia.

diumenge, 14 d’octubre del 2012

Aceptar que si no te busca, es porque no te quiere, nunca te quiso y ya no va a volver.

Hoy es uno de esos días en que el mismísimo Cañón de Colorado debe tenerle envidia a la profundidad de mi herida. Es uno de esos días en que no sabes cómo vas a estar mañana; es otro puta noche en la que solo tengo ganas de huir. De todo y de todos. Irme lejos de todo y ponerme a llorar sin que nadie juzgue ni pregunte. 
Hoy es de esos días, que estaría mejor si no te conociera. 

divendres, 12 d’octubre del 2012

Te quiero.


Os hablaré, de los chicos. Habitualmente son gilipollas. Uno más que otros, obviamente. Te suelen tratar como a un juguete. Un día les gustas y al otro deciden ignorarte. La mayoría son tontos, no suelen enterarse de nada, ni aunque les tires un millón de indirectas. Hay que decirselo todo claro. No aprecian nada de lo que haces por ellos. Y cuando estás ilusionada por hablar con él e intentas sacar conversación, él te responde con jodidos monosílabos. Además de que solo se fijan en el físico, no ven más allá. No profundizan. La mayoría no son detallistas y no se acuerdan ni de la mitad de las cosas. Un porcentage alto de chicos, no son nada románticos, ni te besarán debajo de la lluvia, ni te susurrarán un te quiero al oído. Te llevan a la cama, pero no precisamente para decirte un 'Buenas noches princesa', darte un beso en la frente y dejarte dormir abrazada a él. Además son unos egocéntricos, que solo piensan en ellos mismos, no piensan en como estarás tú. Y siempre, siempre, tienen que llevar la razón en todo o casi todo. Y por supuesto, solo viven por y para sus amigos. Son jodidamente complicados.
Y aún así, con todos esos defectos que los chicos tienen, tú ahora mismo, estás llorando por uno de ellos.  Porque al final, las chicas somos las más tontas e incompresibles. Y yo, estoy enamorada de uno de esos gilipollas. Y si pudiera dar marcha atrás y poder elegir. No cambiaría nada. Lo elegiría a él y a todos sus putos defectos, porque todas sus virtudes le dan mil vueltas a sus defectos. 

dijous, 11 d’octubre del 2012

Ojalá estuviera allí.


Ojalá pudiera ser esa vecina, que puede abrir su ventana y verte sonreír. Ojalá pudiera ser yo, esa chica con la que te tropiezas en la calle y aunque ya no la veas más, ha marcado un momento en tu vida. Ojalá pudiera estar detrás tuya y taparte los ojos, que te dieras la vuelta y me besarás delicadamente, como si fuera de cristal. Ojalá fuera yo el cartero, que llamo a tu telefonillo y escucha tu jodida voz. Ojalá fuera la panadera que te vende el pan todos los días, por las mañanas y te ve aún con esa cara de niño bueno que tienes. Ojalá fuera tus sábanas para despertarme encima de ti. Ojalá fuera cualquiera de tus amigos, para poder hacer el tonto contigo y verte reír. Ojalá fuera a esa persona a la que tal vez, ahora estés abrazando. Ojalá me pudiera comer cada puto kilómetro y después darte todos los besos que te corresponden. Ojalá pudiera tenerte aquí, ahora mismo, a mi lado, viéndome escribir esto y diciendo, 'déjate de ojalás y dame un beso, pequeña'. Ojalá.

Eres el creador de lo que ahora soy.

Eres el creador de mis sonrisas. Eres el creador de lo que siento, eso a lo que llaman amor, eso que solo siento, estando contigo. Eres el creador de todas las mariposas, o lo que haya dentro de mi, cada vez que me dices te quiero. Eres el creador de esta niña cursi, ñoña, desastre y tonta. Eres el creador, de que no pueda pasar ni una sola hora sin hablar contigo. Eres el creador de me vean por la calle y digan, mira, esa chica está enamorada. Pero no estoy solo enamorada, estoy enamorada de ti. Es muy diferente. Eres el creador de nuestra magia.


dimarts, 9 d’octubre del 2012

Entonces volví a mirarlo a los ojos. No era él. Estaba ausente. Apagado. Su mirada ya no dacía lo mismo que antes. En el ambiente, no se notaba el calor de antes. Fío. Mucho frío. Una pequeá lágrima resbaló por su cara y a mí se me partió el alma. Su mirada no brillaba como siempre, ya no sonreía. Y yo tampoco podía hacer nada para que lo hiciera. Intenté que me mirara, pero no li hizo. Su mirada seguía clavada en el suelo, tan ausente como antes. 
Me acerqué a él. Lo suficiente para poder tocar su mano. Por un segundo, noté el frío de su piel. Y él solo se encogió en el sillón. No me miraba. No hacía nada. Otra lágrima bajó rápida por su cara. Y por fin me miró. Sus ojos mostraban miedo. Ganas de huir. Con solo una mirada, puede saber qué pasaba. Agarré su mano, ni podía hacer nada más. Ese frío me paralizó, me dejó sin fuerzas. Ver como lloraba no causaba una reacción buena en mí. No podía. 
Suspiré leventemente y entonces tartamudeé un poco antes de preguntar: 
- ¿Qué sientes? 
- Miedo -respondió agarrando fuerte mi mano, cosa que le agradecí-. Miedo a que te vayas. Miedo... miedo porque sé que vas a irte.
Dirigí mi mirada al suelo y suspiré. Esa vez, lo hice de una forma más pesada. El nudo que ocupaba anteriormente mi garganta, augmentó de tamaño. Rompí a llorar, porque no podía soportar verle así. Y me dolió que dijera eso. 
- Sabes que no voy a irme -dije que casi con la voz rota.
- Ahora no, pero quizàs dentro de una semana quieras irte. Quizás dentro de un mes ya no me necesites y te vayas. Tengo miedo de que tú también me abandones. 
Desde que su madre se fue hace un par de años, tenía miedo. Miedo a todo. No podía soportar la idea que que me fuera, pero lo que no comprendía es que sin él, no podía vivir. No quería. No me iría nunca porque le necesitaba. A él. Y lo sigo haciendo. Necesito sus sonrisas, sus abrazos, sus tonterías, sus enfados. 
- ¿No lo entiendes? -pregunté alzando un poco la voz con rabia. 
- ¿Qué tengo que entender? 
- Que te necesito. Que no puedo vivir sin ti, que no quiero hacerlo. Que ahora no pienso dejar que la distancia nos gane otra vez, con lo que nos costó ganarla a ella. Que quiero ver tu cara al despertar todos los días. Que no me voy a ir. Que no voy a dejarte. Ya ni siquiera es por ti. Es por mí. Porque si me fuera, no sé que sería de mí. Estaría perdida. No sabría quien soy ni a donde voy. Que te necesito. ¿Lo entiendes?
Otra pequeña lágrima se le escapó por su cara. Y una sonrisa apareció en sus labios. Ya la echaba de menos. Ya necesitaba ver una sonrisa de las suyas. Y se acercó un poco más a mí. Me susurró "te quiero" y me besó. Y volvió esa sensación a mi estómago. Esas "mariposas" como se les suelen llamar. Esa sensación de tocar el cielo, con los pies aun en la Tierra. Necesitaba volverlo a sentir. Ambos sonreímos. Y de mi boca, salió un "no me iré nunca, lo prometo" ahogado en su boca. 

Y entonces, sonó el despertador. 



Por las noches que vendrán.

La mala noticia, es que este lugar me hace echarte de menos constantemente. Pero la luna está llena esta noche, lo que me ha hecho pensar en ti, como siempre. Sé que no importa lo que estoy haciendo, ni dónde estoy, pero la luna, mi luna, siempre será del mismo tamaño que la tuya... aunque estés lejos. 



dilluns, 8 d’octubre del 2012

Esto se trata de ti y de mí.

De tus sueños y pesadillas, de tus sonrisas y tus miedos, de tu suerte y tu rutina. De ti. Que soy mía, y a la vez tuya. 
Por los besos que te robaré y por las noches que aun no sabes. Por los momentos que no hemos vivido, aun. 
Por nuestras sonrisas compartidas.  
Por las calles por las que suelo ir a perderme cuando siento que todo se me viene encima y por ese pueblo que me dio el mejor regalo del mundo: encontrarte. 
Te veo sin tenerte delante, despierta y dormida. 
¿Cuánto más vas a tardar en venir? El tiempo corre, pero las ganas no se van. 
No quiero que te pierdas sin mí. 


No eres el número de veces que te hayan dicho "guapa".

No eres la talla de tu sostén, ni eres la anchura de tu cintura. No eres el color de tu pelo, el color de tu piel o el color de tu lápiz de labios.  No te defines por la cantidad de atención que obtienes de los chicos o las chicas. No eres la foto de perfil que tienes, ni los "me gusta" que puedas obtener. No eres ese diminuto vestido rojo, ni el número de piercings que puedas llevar. 
Eres las cosas con las que sonríes y las palabras que dices. Eres los sentimiendo y los pensamientos que tienes. Eres preciosa; no por la forma de tu cuerpo, sinó por la calidad de persona que eres. 
No lo olvides.

dissabte, 6 d’octubre del 2012

Arriésgate.

Aunque reír es arriesgarse a parecer tonto. Aunque llorar es arriesgarse a parecer sentimental. Aunque acercarse a alguien es arriesgarse a involucrarse. Aunque mostrar tus sentimientos es arriesgar a que los demás vean tu "yo interior". Aunque exponer tus ideas o sueños a una multitud es arriesgarse a perderlos o que te critiquen. Aunque amar es arriesgarse a no ser amado. Aunque vivir es arriesgarse a morir. Aunque desear es arriesgarse a ser defraudado. Aunque intentar es arriesgarse a equivocarse. A pesar de todo, deberías arriesgarte. Debes correr riesgos, simplemente porque el más grande de los peligros de la vida, es no arriesgarse. Las personas que no arriesgan nada, no hacen nada. Tal vez, podrán evitar el sufrimiento y la tristeza, pero no logran aprender, sentir, cambiar, crecer o vivir. Prisioneros de sus meidos, son esclavos que han renunciado a su libertad. Porque solo cuando una persona arriesga, es libre. Los pesimistas se quejan del viento, los optimistas esperan que los vientos cambien de dirección y, los realistas, ajustan las velas del barco en la dirección correcta. 
Arriésgate aunque es cierto que puede perder. 

Hoy por hoy.

Después de un tiempo, una aprende la diferencia entre tener una vida por vivir, y estar viviendo. Aprende que los para siempre, no siempre significa toda la vida y que una compañia no significa estar al lado de una persona. Entonces, comprendes que no todo el mundo piensa de la misma forma, y que empiezas a aceptar tus derrotas con los ojos abiertos. Aprendes a construir todos sus caminos en el hoy, porque el terreno del mañana es demasiado inseguro para hacer plantes. 


¿Y tú, a que tienes miedo?

Supongo que a nadie le gusta hablar de sus miedos. A mí tampoco. Porque en el momento que hablas de tus miedos, en ese preciso instante, te vuelves vulnerable, dejando ver tu punto débil. 
Hoy, saltándome todas las normas que me he obligado a mí misma durante tanto tiempo a cumplir, voy a hablar de mis miedos, con todo lo que eso supone. 
Tengo miedo a quedarme sola, a que un día, de repente, todas las personas que tienen un pedazo de mí, de vayan y me dejen sin nada. Me aterra pensar que un día, las personas con las que hoy confio y quiero, mañana ya no estén. Tengo miedo a perder a alguien, miedo a que se vaya y no vuelva nunca. Miedo a no poder despedirme, a que se vaya sin avisar y no tenga tiempo a decir adiós. 
Tengo miedo a no ser yo misma, pero también me asusta serlo. Tengo miedo a no ser aceptada por ser quien soy, o tener que fingir ser alguien diferente y que ese "alguien" guste más que mi yo de verdad. Tengo miedo a que nadie pueda entenderme, a que nadie pueda comprender por qué soy lo que soy, o por qué hago lo que hago. 
Tengo miedo a la gente desconocida, pero le tengo más miedo a la gente que me conoce, porque son los que me pueden hacer más daño. 
Y, sobretodo, tengo miedo a tener miedo. A que todos esos miedos, puedan conmigo un día. 

¿Y tú, a que tienes miedo?