dilluns, 25 de març del 2013

Cuando la gente la mira, solo ven una chica un poco desvergonzada, morena y con ojos verdes. Creen que no hay nada más allá. No ven qué hay a través de sus ojos verdes, alegres. No se imaginan que esos ojos por dentro lloran. No ven qué hay detrás de esos labios color carmín, no ven que utiliza el pintalabios para esconder las grietas de su piel. No saben nada de ella. Y se comportan como si lo hiciesen con solo una palabra. Puta. Ella piensa que no debería darle importancia, que ellos no la conocen, pero no puede negar lo que es y lo que se ha construido con el paso del tiempo, de los años, de los minutos y los segundos. Aunque a veces le gustaría que le vieran con otros ojos, o que no la vieran, directamente. No, que la vieran, simplemente. Y es quenadie se pregunta qué hay detrás de las medias de rejilla rotas. Nadie se pregunta qué hay detrás de un vestido de satén negro. Nadie quiere saber qué le pasa, ni por qué llora cada lunes. Ni si sueña con vidas de princesas reales, con vidas de mujeres que pueden salir a la calle sin que la señalen con el dedo, que puede ir por ahí sin arrepentirse de lo que es. Que puede enfrentarse al mundo. Que no bajará las escaleras con el miedo a derrumbarse. Esa es ella. Una puta, sí, pero también tienen corazón. También son delicadas aunque se escondan tras un vestido de satén negro y pintalabios. 

"¿Para siempre?"

Lo que hubo antes solamente queda entre nosotros, pero puedo contar que se levantó de la cama y caminó hacia el baño, se lavó la cara y se colocó un poco de pelo. Hasta ese momento jamás había conocido en él un amago de peinarse. 
Mientras yo recordaba los dibujos que sus manos trazaron en mí, me había hecho reír y me había entusiasmado con todas sus promesas.
El sol cruzaba la ventana dasde hacía un rato y a mí me gustaba mirarle, bostezaba y se estiraba y luego se dirigió a la cocina. 
Escuché que preparaba café y zumo y con un nervio tendido a lo largo del pasillo me percaté de que volvía a "nuestra" habitación. 
Cerré los ojos y ahogué mi risa.
Dejó en el suelo una bandeja con café, una tostada y zuma. Ya lo había preparado más veces, sabía como me gustaba.
"¿Vas a quedarte así mucho más tiempo? Sé que estás despierta."
Cogió sus lápices y sus papeles, se tumbó a mi lago y yo me apoyé en su pecho, que me gustaba más que cualquier café. 
Yo miraba todos sus dibujos, y sucumbí a todas sus trampas y todos sus encantos, queriendo no separarme de él jamás. 

Vienes y te vas. Y así constantemente.

Aunque no era capaz de admitirlo, le echaba de menos. Extrañaba su voz, su risa, sus problemas, sus alegrías. Cuando me contaba por teléfono una cantidad de cosas que nunca supe por qué me interesaban, solo sabía que quería escucharle. Y sonaba aquella canción de "Se dejaba llevar por ti...". Bueno, no lo sé, quizás sonaba otra...
Después de unas cuantas noches sin dormir y unas cuantas cosas que me "ayudaron" a olvidarle, me crucé con él por la calle.
Me invitó a un café que yo acepté, no tenía nada más que perdre con él. Ya me había hecho perder los modales, el orgullo, el sentido común y el saber estar más de una vez. 
Allí estábamos, después de todo. Me contó cosas de mí misma que nisiquiera yo sabía. Cada mirada me acariciaba y cada palabra daba paso a un interrogante más afilado que todos los cuchillos de cien carniceros. 
Salimos de aquella cafetería y me acompañó hasta casa, de camino a la suya. 
- ¿Qué tal si para otro día invitas tú? -me dijo después de un larga silencio. 
- No he perdido las malas costumbres, tú pagas.
- Espero que, al menos, hayas perdido tu orgullo -me replicó con una de aquella enormes sonrisas que no recordaba, que no quería recordar.
No sé cuánto tiempo pasó hasta que me dijo:
- Aún consigo dejarte sin palabras, ¿eh? Casi con la misma facilidad con la que tú me dejas sin dinero -se burló él- Llámame cuando quieras tú café. 
"Un sociólogo norteamericano dijo hace más de treinta años que la propaganda era una formidable vendedora de sueños, pero resulta que yo no quiero que me vendan sueños ajenos, sencillamente quiero que se cumplan los míos."
Mario Benedetti

dissabte, 23 de març del 2013

He decidido hacerte esta carta porque mereces saber que nada es culpa tuya, que simplemente todo ha cambiado y no sé decirme porqué. Te adoro pero no, no puedo seguir contigo. Lo cierto es que te he mentido, y eso, no es lo peor. Lo peor es que llevo haciéndolo desde el primer día y lo ridículo es que también me he mentido a mí misma creyendo que por fin te había encontrado. 
Adoraba como pasabas de enfadado a enamorado en cuestión de segundos, me encantaba tu piel, y el olor a tu colonia cada vez que me abrazabas. Adoraba el modo en que decía "sí" a todas mis locuras. No podía vivir sin tus abrazos constantes, o sí podía pero no quería hacerlo. Me encantaba cuando et burlabas de mis tonterías y eso te hacía estallar en mil sonrisas. Disfrutaba sin hacer nada, matando el tiempo, paseando, besándonos. Adoraba tantas cosas de ti... En cambio ahora odios tus cambios repentinos de humor, detesto cuando te pones esa colonia y me tocas. Odios tu poca iniciativa y que digas sí a todo, me agobia que quieres estas siempre pegado a mí, y me enfurece que te burles de mis cosas y encima te rías. Me aburre estar sin hacer nada, perdiendo el tiempo.
Por eso no puedo seguir contigo, porque cometí ese error que comete todo el mundo de creer que eras quien yo quería que fueras, y así conocerte y decir que eras el chico de mi vida, de pensar que eras mi uno entre un millón, porque eran más mis ganas de encontrarte, que de estar contigo. Pero no has sido tú el único engañado, yo también me he creído que eras para siempre, que serías mi antes y mi después, lo que siempre había soñado. Sé que me volverá a pasar, me volveré a mentir y volverá a parecerme todo muy seguro. Me veo mintiéndome otra vez, equivocándome, pero ya no contigo, ya no contra ti.

Cabeza contra corazón. Un "olvídate de él, es imposible" contra un "tío, ¿cómo se puede querer a alguien tan fuerte?". Y es que, mírame, yo que podría ser tu reina, estoy más en ruinas que la mismísima Roma. Y mira que lo intento, es de no autodestruirme, pero es que cuando mi cabeza dice que no puede más, llegas con esa sonrisa y...
Me pierdes y ya no hay forma de encontrarme, y es que lo intento, pero eres como un huracán que llegas y arrasas conmigo, pero yo ya no soporto más eso de que vengas, ilusiones, te vayas y duelas. Decídete, o te vas o te quedas. Corazón dice que no resiste más dolor. 
Pero oye, no he querido llegar hasta aquí para poner nombres ni etiquetas a algo que ha nacido solo y a lo bestia, pero tendré que decirlo. Decírtelo. Aunque me delatará y me verás desnuda en sentimientos, pero algún día tendía que demostrarte que en realidad no soy tan cobarde y que soy capaz de mirarte a los ojos y decirte que me estás enamorando, y que esa, es la peor de todas mis catástrofes. 

dilluns, 11 de març del 2013

Como peces.

Siempre he querido ser un pez, porque dicen que ellos no tienen memoria y no pueden acordarse de nada. Y si no te acuerdas de nada, puedes levantarte cada día y vivirlo todo de nuevo, como si fuese la primera vez. La primera canción, el primer beso, la primera vez que le ves, la primera vez que te derrites cuando le haces el amor. Porque hay ciertos momentos mágicos en la vida que deberían transmitir siempre lo mismo, como cuando esa persona te toca y sientes que te estorba la piel. Que sales de ti, que tu alma pide a gritos salir volando. Esa sensación de plenitud infinita y eterna al hacer el amor con alguien. De sentir que ya no existes sin esa persona. 
Pero no somos peces, somos personas. Y sentimos, y herimos, y lloramos, y hacemos daño, y reímos, y lo pasamos mal, y queremos con todas nuestras fuerzas, y somos egoístas, y egocéntricos, y recordamos. Recordamos, sobretodo, recordamos las cosas que más daño nos hacen, porque somos así de masocas. 
Olvida lo negativo y enfócate en lo positivo. Lo que no sirve hoy, no creo que te sirva mañana. Los buenos momentos se convierten en buenos recuerdos, y los malos... en buenas lecciones. Los errores no se niegan, se asumen y las tristezas no se lloran, se superan. Y respecto al amor... en fin, el amor no se grita. Se demuestra.

divendres, 8 de març del 2013

Condenada a necesitarle

- ¿Por qué haces esto? -preguntó en sollozos su amiga, pasando una mano por el pelo castaño completamente despeinado. 
- Por nada, y también por todo. Este mundo me viene grande. Quiero empezar de nuevo en otro lugar, sin concerle, borrando todos los recuerdos de mi memoria que me atan a él. Y la única opción que me queda es esta. 
- ¿Es por él? ¡Maldita sea, es por él! ¿Qué diablos ha pasado ahora? -volvió a subir su tono de voz y la agitó varias veces para que la contestara. 
- Tranquilízate, por favor. Escucha, él no me ha hecho nada, ¿de acuerdo? Esto me lo he hecho yo sola, me lo he buscado. Me lo he buscado por enamorarme de la persona equivocada y por no ser valiente y apartarme de él. Me lo he buscado he buscado por creerme fuerte e invencible, pero no sabía que él me iba haciendo débil y frágil a cada momento. Que me iba desvaneciendo, pero no me di cuenta, o no quise verlo. Sus miradas, cada una de sus jodidas sonrisas... ¿Y sabes lo duro que es ir alejándote caada vez más de la realidad? No, no lo sabes. Porque nunca te ha tocado vivirlo. Y espero que no te toque nunca, poque duele, quema más que cualquier infierno. Quiero que imagines una película de dibujos animados, imagina que yo soy la protagonista y que estoy debatiendo conmigo misma entra salvarme o dejarme caer, y que para ello tengo a mi derecha un demonio y a mi izquierda un ángel...
- Estás completamente loca -dijo su amiga cortándola. Ella sonrió- Y qué... ¿qué te dice cada uno?
- El demonio me dice que me deje llevar, que si no lo he podido lograr antes, tampoco lo lograré ahora. Que él es mi principio y mi final, que si me voy le quitaré un peso de encima, que si me voy no me sentiré presa de todo lo que me rodea. Que seré libre. Y, maldita sea, es tan tentador...
- ¿Qué te dice el ángel?
- El ángel me dice que viva, que me salve, que me lo merezco. Que chicos hay millones y que él no es el único que me puede hacert feliz. Que Sergio también es un buen chico y que él me quiere tal y como soy, que es sincero conmigo y que me necesita tal y como yo necesito a Javi, y que si muero, estaré arrastrándole a él a la muerte tamién. Y no se lo merece. 
- ¿Y... qué quieres... hacer? 
- Hoy no voy a ser ni ángel ni demonio. Voy a ser yo. Y voy a quererle como nunca he podido hacerlo. Y si esta es la única forma para demostrárselo, que así sea. Joder, yo le quiero. Viva o muera, llore o ría, siempre voy a estar condenada a necesitarle. Y no se da cuenta de que quizás lo que ha buscado siempre ha estado aquí. Pero yo ya no puedo esperar más. Gracias. Gracias por ser tú y no otra persona quien me vea así. Pero por mucho que le odies, no le culpes. Porque ésto es culpa mía, culpa mía por enamorarme como una tonta. 

dimecres, 6 de març del 2013

Más caprichoso que el destino, que igual que te das las cosas, te las vuelve a quitar.

A ella le gustaba perderse entre sus sábanas azul marino y besarle todos los rincones de su cuerpo. A él, sencillamente, le gustaba dejarse llevar por ella. Le gustaba observarla mientras miraba por la ventana la luna. Eran una pareja muy peculiar, la gente hacía apuestas sobre el tiempo que durarían juntos, pero a ellos les daba igual. ¿En qué momento las opiniones de los de fuera, importan más que los que de verdad lo viven? Eran esa clase de gente que vivía su vida y dejaba vivir a los demás. Ninguno de los dos era perfecto para el otro, pero de algún modo, se complementaban. Ella solía encenderse un cigarrillo mientra se ponía su camiseta más vieja por la noche y el seguía mirándola embobado mientras lo hacía, todos los días. A ella le gustaba sumergirse entre las camisas y el pecho del chico, mordisquearle las mejillas y las orejas y decirle lo guapa que estaba sin ropa, vestido solo con sus caricias. Se sentía tan segura con él. A ella, le gustaba preparar una gran taza de café para dos. A él le gustaba quererla.
Y allí estaba ella, en la camilla del hospital, conectada a una máquina para poder respirar. 
- Dios santo, cariño... lo siento, de verdad que lo siento. Debía haber estado más atento a la carretera, joder. Todo es por mi culpa. Tenía que haberte hecho caso y no conducir,... quizás habría sido mejor ir en tren, en metro, o algo, pero no en el maldito coche. De verdad que lo siento... no sabes cómo me duele verte asi. Pero, ¿sabes una cosa? A pesar de estar rodeada de un montón de cables y máquinas, sigues siendo preciosa.
Estaba tan asustado... alzó la mano para acariciarla, pero no se atrevió, al verla ahí, tan débil, tan frágil. Pero, después pensó que no sabía con certeza cuántas veces más volvería a verla, así que decidió hacerlo. Pasó la palma de la mano por su mandíbula, ahora relajada. Y recordó lo que había sucedido. Solo iban a acercarse a casa de unos amigos, cuando a ella se le ocurrió hacerse fotos junto a él, mientras que éste conducía. Al principio todo fue divertido, pero todo sucedió muy rápido cuando el coche se salió de la carretera y se chocó bruscamente contra un árbol, haciéndolos rodar dentro del vehículo. El chico abrió los ojos, pero no vio a su novia en el asiento del copiloto. Salió a buscarla con las pocas fuerzas que tenía y la encontró unos metros  más alejada del coche. La cogió entre sus brazos y la gritó varias veces para que ella respondiera. Pero no reaccionó. Él mismo llamó a la ambulancia. 
- Hicimos lo que puedimos, pero lamentablemente ha sufrido un paro cardíaco. Está en coma. 
Fue la primera noticia que recibió aquella mañana. Las primeras palabras del que se convertiría en el peor día de su vida. Se sentó en la camilla cuando notó que sus piernas temblaban. No sabía si existia el alma, pero si de verdad tenía, acababan de rompérsela. 
- Amor... -esuchó que, entre tanto silencio, alguien se dirigía a él. Se giró rápidamente y la vio moviendo los brazos y tarareando alguna canción imposible de descifrar. El chico abrió los ojos y corrió hacia ella, pero antes de poder tocarla, todo se volvió negro. 
- ¡Traed las palas! ¡Está en parada!