Miro la puerta una vez más, esa puerta con crital en el centro rodeado de un marco azul. Observo como unos cuantos se han levantado y se han amontonado como solíamos hacer cuando éramos pequeños y empiezan a despedirse de las personas que se acercan a ellos deseándoles suerte y salud. Otros, en menor cantidad, siguen sentados en sus pupitres pegados a las mesas. Son realmente incómodos, pero no parece importarles. Y yo, apoyada en una de las ventanas blancas observo aquella sala. Un sitio en el que he vivido feliz casi ocho años. Pero hoy, por primera vez y estando rodeada de mucha gente, me siento sola e incómoda, a disgusto conmigo misma.
¿Tanto me he distanciado de la persona que era? Sé que, bajo mi exterior aparentemente feliz, no muy lejos de la superfície, acecha un mar de lágrimas. ¿Qué estoy haciendo? Y lo más importante, ¿qué voy a hacer a partir de ahora?
Estoy realmente asustada. Ya no volveré a tener que madrugar para venir aquí y enfrentarme a un montón de caras largas. Ya no tendré sobre mí a nadie que se preocupe contantemente de mí, nadie me va a animar a seguir adelante ni me sacará fuerzas de donde sea necesario para que no deje de estudiar cuando esté hasta las narices de inecuaciones, de la fonética catalana o de la literatura castellana. Cuando explote y quira dejarlo todo, ¿quién me animará a continuar?, ¿quén me convencerá que sin estudios la vida no te lleva a ningún lado?, ¿quién me obligará a ser constante y no torcerme de mi rutina?
La paradoja es que ni siquiera puedo sentarme y hartarme a llorar, porque me avergüenza llorar en público. No me gusta, nunca me ha gustado sentirme vulnerable ante los demás. Sé que debo mantenerme de pie y sonreír.
Y sí, lo admito, estoy muerta de miedo. No sé que va a pasar a partir de ahora, solo sé que las cosas van a cambiar.
"¡Cómo ha pasado el tiempo!", escucho desde la puerta decir animadamente a alguien.
" No te haces una idea...", me digo a mí misma.
Pongo a funcionar mi mente, que lleva dispersa los últimos días, y me obligo a recordar mis inicios en este lugar. He conocido a tantísima gente importante... muchos se han ido, pero muchos otros se han quedado hasta el final. Hasta hoy. Porque ya es el final. No me entra en la cabeza que el año que viene ya no vuelva a pasearme por estos pasillos, ni que no vuelva a irme de viaje con muchos de ellos.
Objetivo conseguido, todo este tiempo esperando este jodido momento... y miradme ahora, a punto de llorar.
No puedo deciros nada, porque sé que si hablo y me pongo sensible romperé a llorar. Así que decido sonreíros por última vez, quizás. Nunca os podré demostrar todo el agradecimiento que tengo, porque gracias a vosotros, y a más gente obviamente, soy lo que soy hoy.
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