Ven ahora, bajito, sin que nadie se entero. Que te dejo la ventana abierta y las ganas de besarte en la puerta, para que no te pierdas. Vente, que llega el invierno y yo solo tengo frío si te imagino bajo las sábanas. Vente, de puntillas, suave, despacio, que te tengo que contar los lunares por si algún día se te pierde alguno. Porque me encontraste de la nada, perdida y con los ojos cerrados y me dijiste que jamás soñara con volver a abrirlos, que de sueños también se vive. Y yo me quedé ahí, mirándote, preguntándome si tú no serías parte de ellos. Y es que después de haber besado tu sonrisa tímida solo puedo imaginarme cosiendo mis labios a los tuyos.
Déjame decirte, ahora que no me escuchas, que cada vez que llueva, todas las gotas van a ser besos fríos. Y las tormentas son todas mis ganas de tenerte siempre conmigo.
Que no hay pecado más grande que verte sonreír de lago, ni existe morbo más tentador que tu mirada sincera y oscura.
Sabes? Podría vivir entre tus ojos el resto de mi vida, agarrada a tu pelo, amordazándote la boca a besos, acurrucada a ti el resto de mi vida.
Y es que no encuentro una razón mejor para escribir que hablar de ti. Y es que no sé qué Neruda citando poesía si no te ha visto decir "te quiero" entre susurros. No entiendo que el Sol decida salir los días que tú decides quedarte en la cama.
Anda, ven, que el frío se ha ido y hace calor. Pero ven bajito, de puntillas, que no se entere nadie. Y nadie se entere de lo que nos vamos a hacer...
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