Os
hablaré, de los chicos. Habitualmente son gilipollas. Uno más que otros,
obviamente. Te suelen tratar como a un juguete. Un día les gustas y al otro
deciden ignorarte. La mayoría son tontos, no suelen enterarse de nada, ni aunque
les tires un millón de indirectas. Hay que decirselo todo claro. No aprecian
nada de lo que haces por ellos. Y cuando estás ilusionada por hablar con él e
intentas sacar conversación, él te responde con jodidos monosílabos. Además de
que solo se fijan en el físico, no ven más allá. No profundizan. La mayoría no
son detallistas y no se acuerdan ni de la mitad de las cosas. Un porcentage alto de chicos, no son nada románticos, ni te besarán debajo de la lluvia, ni
te susurrarán un te quiero al oído. Te llevan a la cama, pero no precisamente
para decirte un 'Buenas noches princesa', darte un beso en la frente y dejarte
dormir abrazada a él. Además son unos egocéntricos, que solo piensan en
ellos mismos, no piensan en como estarás tú. Y siempre, siempre, tienen que
llevar la razón en todo o casi todo. Y por supuesto, solo viven por y para sus
amigos. Son jodidamente complicados.
Y aún así, con todos esos defectos que los chicos
tienen, tú ahora mismo, estás llorando por uno de ellos. Porque al final,
las chicas somos las más tontas e incompresibles. Y yo, estoy enamorada de
uno de esos gilipollas. Y si pudiera dar marcha atrás y poder elegir. No cambiaría nada. Lo elegiría a él y a todos sus putos defectos, porque todas sus virtudes le dan mil vueltas a sus defectos.
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