Y, como un golpe de suerte, recorre su mente como una pasarela.
Es reconfortante volver a sentir todos aquellos recuerdos que formaron parte un día de su vida. Tanto buenos como malos. Estaban allí, a su alcance.
Por la radio, no escucha más que canciones acerca de amantes fallidos. Ojalá pudiera acordarse de ella todos los días, pero se le aparece, como flashes, como si su imagen fuera un regalo de Dios.
Es inexplicable la sensación de tener toda una vida entre tus manos. Saber de donde vienes, cuántos veranos has vivido o cuantas veces has hecho sonreir a tus nietos.
Uno no sabe lo que tiene, hasta que lo pierde. Él lo pierde, y no se acuerda.
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