Me armé de valor y pronuncié su nombre. Mi voz flaqueaba pero mi intención se mostraba fuerte e intacta. Intenté mostrar la mejor de mis sonrisas y que ningún silencio incómodo se levantara entre nosotros. Cada segundo me parecía una enternidad y luchaba por no desmoronarme, me obligaba a no salir huyendo. Me resultaba tan difícil, tan complicado. Me repetía a mí misma que estaba hecha de hierro y que no era momento de fundirme. Le miré a los ojos.
Aquellos maravillosos ojos.
Y mi voz, escapó de mi boca, dejandome sin habla durante el resto de la noche.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada