Lo que hubo antes solamente queda entre nosotros, pero puedo contar que se levantó de la cama y caminó hacia el baño, se lavó la cara y se colocó un poco de pelo. Hasta ese momento jamás había conocido en él un amago de peinarse.
Mientras yo recordaba los dibujos que sus manos trazaron en mí, me había hecho reír y me había entusiasmado con todas sus promesas.
El sol cruzaba la ventana dasde hacía un rato y a mí me gustaba mirarle, bostezaba y se estiraba y luego se dirigió a la cocina.
Escuché que preparaba café y zumo y con un nervio tendido a lo largo del pasillo me percaté de que volvía a "nuestra" habitación.
Cerré los ojos y ahogué mi risa.
Dejó en el suelo una bandeja con café, una tostada y zuma. Ya lo había preparado más veces, sabía como me gustaba.
"¿Vas a quedarte así mucho más tiempo? Sé que estás despierta."
Cogió sus lápices y sus papeles, se tumbó a mi lago y yo me apoyé en su pecho, que me gustaba más que cualquier café.
Yo miraba todos sus dibujos, y sucumbí a todas sus trampas y todos sus encantos, queriendo no separarme de él jamás.
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