Las cosas pasaban demasiado rápido. Todo empezó a volverse de rojo, de pasión, de deseo. Caminaban a ciegas entre la multitud de personas de ese lugar, esquivando rápidamente los pocos obstaculos que les obligaban a separarse.
Finalmente, llegaron a esa oscura habitación. Estando a solas, podía comenzar la verdadera acción. El ambiente indecente, pobre, de aquel motel, a dos calles de la discoteca, era un toque extra que añadía todavía un poco más de excitación al asunto. Prendas de ropa empezaron a volar por los aires, dejando desnudos a dos cuerpos con ganas de todo. Gotas gordas de sudor, caían y revalaban de piel a piel, de cuerpo a cuerpo, dejando que la pasión encontrara su lugar entre los dos cuepos, sin separarse ni un instante de aquella sensación de máximo placer.
Las horas pasaron, y las ganas junto con las fuerzas, se esparaon por la ventana de aquel motel de mala muerte. Acabados, sin aliento, dos cuerpos tendidos en la cama. Ella cruzó una mirada fugaz con él, los dos estaban pensando. Acababan de terminar con un acto que, anteriormente, se daba entre el rey y su sirvienta. Ella se levantó de la cama sin emitir palabra, sorprendiendo a Tom. Cogió su ropa y comenzó a vestirse de nuevo.
― Espera, ¿te vas?
―reaccionó él.― Qué rápido eres, para ser hombre. Somos muy diferentes, solo conicidimos en que los dos vemos la cama como algo más que un lugar para dormir. ―bromeó ella, mientras se peinaba un poco con los dedos.
El chico salió de la cama de un salto, para ir tras ella antes de que se fuera.
― Podrías taparte -dijo la chica mirando de un lado a otro para comprovar que no había nadie en el pasillo. ― Admíte que me necesitas.
― Ese es tu problema. Te crees que lo eres todo ―dijo riendo.
Se acercó de nuevo a él, muy cerca.
― Esa es la diferencia cariño, yo he necesitado una noche contigo para saber que no vales tanto la pena. Y tú seguirás necesitando noches como esta porque solo conmigo sientes que lo eres todo.
Soltó una risotada y dio media vuelta. El chico se quedó allí plantado, desnudo, en la puerta de aquella habitación, de aquel motel. Volvió a mirarla una vez y se dio la vuelta para ir a vestirse y largarse. Al cerrar la puerta creyó escucharla decir algo así como "Jaque mate, rey".
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