De siete días de la semana, yo te quiero ocho

He aprendido que no todo es tan fácil como lo pintan las películas, que no hay monstruos debajo de la  cama ni en el armario, solo son nuestros miedos los que nos frenan. He aprendido que los Reyes Magos no te vigilan para ver todo lo malo que haces. También, sé que las personas mala, son muy malas, y que las personas buenas, no son tan buenas. Creerme, he aprendido que los conciertos están para dejarse los pies y la voz. Que los besos a escondidas tienen mejor gusto. Que un baño de agua fría, a veces, resulta mejor que uno de agua caliente. Que el mundo está lleno de personas agradables, y también, de personas que no merecen llamarse personas. Ahora sé que no hay calcetines para el pie izquierdo ni para el derecho. Que los tacones, a las cuatro de la madrugada en una fiesta, ya no están en tus pies. Que las medias se rompen muy fácilmente, y que el pintalabios rojo no se borra de las camisas blancas. Y lo más importante, sé que de siete días de la semana, yo te quiero ocho. Y quizás estoy hablando demasiado, pero hablo de pintarte la uñas de un color chillón si te da la gana, y de ponerte el pelo verde y rojo, de escuchar heavy o de comer ocho caramelos y tres piruletas al día. Hablo de sonreír si tienes ganas y si te sale de dentro, y de enfadarte si te dan motivos necesarios, hablo de saltar por la calle y gritar las veces que quieras, o simplemente de cantar tu canción favorita. Hablo de mirar al cielo las veces que quieras y de ponerte de morro cuando te hagan cosas que no te gusten, hablo de caminar, no como los demás, si no como tú ya sabes. Hablo de encerrarte en tu habitación y ponerte los auriculares con la música a todo volumen y bailar como una loca, de leer libros o de no leerlo si no te gustan. Sueña despierto, ríe, saca la lengua por la ventana del coche, haz lo que te parezca en cada momento con quien quieras y donde quieras. Cuídate a ti mismo, porque si no lo haces tú , dudo que alguien lo hago por ti.