En realidad, soy transparente. Si te hubieras fijado en que jamás me pinto las uñas de blando, descubrirías que me gustan los pequeños detalles. Si vieras lo cortos que suelen ser mis pasos, te darías cuenta de que ando despacio. Y si abrieras el primer cajón de mi escritorio, entenderías todas aquellas cosas que me quedaron por decir. Incluso si te atrevieras a abrir el armario marrón de la cocina, sabrías que el chocolate es mi gran aliado para que no se agote mi energía. Puede que si cogieras mi ipod, escucharías la banda sonora de mi vida. Es probable que si un día miraras la papelera de mi habitación, te asustaras al ver todos los gritos que he callado y todas las lágrimas que se han quedado estancadas. Pon el ojo en mi cámara y miro el mundo tal y como yo lo veo, puede que así consigas entender todos mis miedos. Pasa el dedo por mi mano, así quizás comprendes que soy frágil y los nervios me matan. Abrázate a mi almhoada y descubrirás de qué están hechos mis sueños. Pero si quieres, olvídate de todo lo demás y mírame a los ojos e intenta saber quién soy.
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