El tiempo pasa y hemos cambiado. Nosotros, los de siempre, ya no somos los mismos. Ya no podría decirte cuando fue la última vez que vencimos al inevitable aburrimiento de los Domingos.
Siempre me hacías quedar como la mala, y nunca te dije nada. "¿Os pasaréis luego por el bar?", siempre me mirabas a mí y antes de que pudiera dar mi opinión te apresurabas a responder con un simple: "No le apetece". Y dabas por zangado el asunto, sin ni siquiera poder dar una excusa con solidez. No. Siempre era yo, la encargada de ser responsable, de actuar como una madre cuando dejabas de "controlarlo" todo. Siempre fui yo la encargada de hacer todo lo que tú no querías. "Le dije a mi amigo que podríamos ir a su cumpleaños porque estabas enferma", ¿te suena? Era una de tus excusas más usadas. Enfermaba con mucha facilidad estando contigo. Pero no es solo culpa tuya. Yo lo consentí, todo. No me importaba ser la mala a los ojos de todos, ¿y sabes por qué? Porque era la mala, pero estaba a tu lado.
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