(Carta a la persona que más odio, y también a la que más cosas debo argadecerle).
Supongo que, como siempre me pasa, no sé empezar las cartas. Tampoco terminarlas.
Te odio. Así de fácil. Pero también tengo que agradacerte muchas cosas que, sé de sobras que no hiciste por mí, pero sí han resultado tocarme a mí indirectamente.
Tú, maldita droga intoxica, niñata metomentodo, miss barbie 2012, eres todo lo que puedo odiar y más. Simplemente por ser tú. Por arruinarme la jodida existencia, por aparecer sin más y llevarte todo lo que formaba parte de mí, todo lo que quería y quiero. Te odio por ser tan tú, sin más. No es nada personal. Es que has tenido que ser tú la que se cargara lo que un día formó mi día a día. Te detesto por ser todo lo que él quiere, aún teniéndome a mí. Te odio por romperlo todo e irte de rositas y, además, llevarte la mejor de todas las recompensas que no es comparable con ningún dios de la antigua Grecia, hasta el mismísimo Zeus le tendría envidia.
Porque tú, maldita arruinavidasajenas, no eres más que su puto segundo plato. Tú eres la jodida opción fácil, el camino sencillo. Tú eres el copiar en un examen, yo soy el quedarte estudiando un sábado. Tú eres solo tetas y culo, tú eres un simple cuerpo como el de cualquier otra chica, y yo... yo era su mitad, su sonrisa y que, estando lejos, conseguía hacerle feliz sin necesidad de sacarme la ropa, como debes hacer tú. Tú eres todos los besos que yo no pude darle y todos los abrazos que te da cuando tienes frío, son míos. Todos y cada uno de ellos, él se los imaginó dándomelos a mí, y no a ti. Porque yo, yo era su opción difícil, yo fui su motivo de sonreír pero también el de echarme de menos y ponerse a llorar. Yo era su camino complicado. Y tú, tú eres más puta que la maldita distancia que nos separaba. Tú eras y serás su opción fácil por una sencilla razón que hasta tú entenderás: lo difícil era seguir conmigo, a pesar de todo y todos, a pesar de todas las cosas malas que hacían que en algún momento dudáramos de lo que estábamos haciendo. Lo difícil era quererme y esperar. Tú, tú eres la opción fácil. Quizás seas más guapa, y tengas mejor cuerpo que yo, pero eso no te convierte en mejor que yo. Que no se te olvide, pequeña ladrona, se quedó contigo, porque tú tenía una cosa que yo no: tú estabas a su lado. Por nada más. Seguro que a ti no te despierta con un mensaje de "buenos días, ¿cómo ha dormido la niña más bonita del mundo?", ni te llama cuando te echa de menos. Claro, porque a ti no te echa de menos, no le da tiempo a hacerlo. Y eso, tampoco es bueno. Porque él nunca se acordará de ti y dirá "tengo ganas verla" o "quiero tenerla aquí, conmigo".
Y, cambiando buscamente el tema de la carta, tengo que decirte que gracias. Gracias por sacarle sonrisas diarias. Él no lo sabe, o no quiere decirmelo, pero ya me está olvidando y está pasando a recordarte a ti. Gracias por estar a su lado cuando yo no he podido estarlo. Gracias por hacerle feliz después de mí. Gracias por ser tú, y aún así, sin ser yo, conseguir sacarme de su cabeza. Gracias por hacerme ver que todo lo malo, tiene algo bueno. Gracias por todo lo que has echo por él. Gracias por no decepcionarle, por darle abrazos cuando los necesita. Por quedarte con él y animarle cuando está mal, aunque no te lo diga, porque él nunca lo dice. Gracias por ir a su instituto, por comer con él de vez en cuando, por salir con sus amigos, por reírte con él, y a veces cuando se lo merece, de él. Gracias por hacerle enfadar y luego hacer que te perdone. Gracias por hacerle ver que no merece sufrir por mí, teniéndote a ti ahí mismo. Gracias por ir a comprar el pan, y encontrártelo en la calle y charlar con él. Gracias por salir con él. Gracias por hacer todo lo que yo no pude. Gracias por hacerle feliz, porque si él lo es, yo también.
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