dimecres, 6 de març del 2013

Más caprichoso que el destino, que igual que te das las cosas, te las vuelve a quitar.

A ella le gustaba perderse entre sus sábanas azul marino y besarle todos los rincones de su cuerpo. A él, sencillamente, le gustaba dejarse llevar por ella. Le gustaba observarla mientras miraba por la ventana la luna. Eran una pareja muy peculiar, la gente hacía apuestas sobre el tiempo que durarían juntos, pero a ellos les daba igual. ¿En qué momento las opiniones de los de fuera, importan más que los que de verdad lo viven? Eran esa clase de gente que vivía su vida y dejaba vivir a los demás. Ninguno de los dos era perfecto para el otro, pero de algún modo, se complementaban. Ella solía encenderse un cigarrillo mientra se ponía su camiseta más vieja por la noche y el seguía mirándola embobado mientras lo hacía, todos los días. A ella le gustaba sumergirse entre las camisas y el pecho del chico, mordisquearle las mejillas y las orejas y decirle lo guapa que estaba sin ropa, vestido solo con sus caricias. Se sentía tan segura con él. A ella, le gustaba preparar una gran taza de café para dos. A él le gustaba quererla.
Y allí estaba ella, en la camilla del hospital, conectada a una máquina para poder respirar. 
- Dios santo, cariño... lo siento, de verdad que lo siento. Debía haber estado más atento a la carretera, joder. Todo es por mi culpa. Tenía que haberte hecho caso y no conducir,... quizás habría sido mejor ir en tren, en metro, o algo, pero no en el maldito coche. De verdad que lo siento... no sabes cómo me duele verte asi. Pero, ¿sabes una cosa? A pesar de estar rodeada de un montón de cables y máquinas, sigues siendo preciosa.
Estaba tan asustado... alzó la mano para acariciarla, pero no se atrevió, al verla ahí, tan débil, tan frágil. Pero, después pensó que no sabía con certeza cuántas veces más volvería a verla, así que decidió hacerlo. Pasó la palma de la mano por su mandíbula, ahora relajada. Y recordó lo que había sucedido. Solo iban a acercarse a casa de unos amigos, cuando a ella se le ocurrió hacerse fotos junto a él, mientras que éste conducía. Al principio todo fue divertido, pero todo sucedió muy rápido cuando el coche se salió de la carretera y se chocó bruscamente contra un árbol, haciéndolos rodar dentro del vehículo. El chico abrió los ojos, pero no vio a su novia en el asiento del copiloto. Salió a buscarla con las pocas fuerzas que tenía y la encontró unos metros  más alejada del coche. La cogió entre sus brazos y la gritó varias veces para que ella respondiera. Pero no reaccionó. Él mismo llamó a la ambulancia. 
- Hicimos lo que puedimos, pero lamentablemente ha sufrido un paro cardíaco. Está en coma. 
Fue la primera noticia que recibió aquella mañana. Las primeras palabras del que se convertiría en el peor día de su vida. Se sentó en la camilla cuando notó que sus piernas temblaban. No sabía si existia el alma, pero si de verdad tenía, acababan de rompérsela. 
- Amor... -esuchó que, entre tanto silencio, alguien se dirigía a él. Se giró rápidamente y la vio moviendo los brazos y tarareando alguna canción imposible de descifrar. El chico abrió los ojos y corrió hacia ella, pero antes de poder tocarla, todo se volvió negro. 
- ¡Traed las palas! ¡Está en parada!

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