divendres, 26 d’abril del 2013

Cobardes.

Otro chico llegó y la engañó. Parecía siempre el mismo, destinado a torturarla una y otra vez, a ilusionarla con mentiras para luego dejarla tirada. Ella se prometía no volver a confiar, no repetir la caída. Pero es que la vez siguiente parecía siempre la definitiva...
Pero no. Nunca lo era.

Su voluminoso pelo castaño oscuro luce suelto, liso, con ligeras curvas hacia las puntas. No es demasiado largo. Sus ojos son de ese verde marrón que nunca sabes describir con precisión. Esos ojos oscuros en ligera apariencia, pero que en una mirada cercana son un prado con un poco de tierra. Su piel, ligeramente tostada. Muy ligeramente. Su cuerpo, como cualquier escultura griega. Figura de asombrosa belleza, con el abdomen perfecto, fina cintura y unos pechos que, no siendo especialmente grandes, son bonitos. Sus piernas son amablemente delagadas y rectas.
Su mente, débil como la flor que aparenta.
No es de extrañar que se desflore rápido este hermoso ser. Todos quieren tenerla.
Sin embargo, solo la quieren para un rato. Nada más. Ninguno es suficientemente valiente como para tenerla siempre y estar siempre a la altura del chico que se merece.

Ella busca uno.
Ellos buscan muchas.

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