divendres, 18 de maig del 2012

Mis peores pesadillas no tienen monstruos. Tienen espejos.

¿Sabes? Quizás nunca te has dado cuenta, pero soy una de esas adolescentes que tiene miles de complejos. Que no se mira en un escaparate de un tienda para ver lo bien que le sienta todo. Soy una de esas chicas que, al mirarse en el espejo, ve solo su reflejo. Nada más. Pero un reflejo que duele. Un reflejo del que meses atrás estaba orgullosa. Hoy, en cambio, me he hartado de seguir siempre al resto. Nunca he destacado físicamente en comparación con el resto de gente. Tampoco me he pasado horas y horas maquillándome. Ser natural me hace sentir más... especial. No soy una chica con un cuerpo diez, ni con una cara preciosa. No soy una chica que destaque, no soy perfecta ni quiero serlo. No tengo los ojos más bonitos del mundo, y quizás mi cuerpo deja mucho que desear. Me como las uñas y tengo las piernas feas. 
Mucha gente se toma a broma todo esto. No creen que piense realmente esto. "Solo quieres llamar la atención y que te digan lo bonita que eres", dicen. Realmente me hacen gracia. No saben nada. 
Procuro esconderme detrás de mi seguridad, cuando por dentro soy indefensa. Tengo carácter, pero a veces lo uso contra quien menos lo merece. No puedo controlar mis impulsos. Se me nota mucho cuando alguien me gusta realmente y odio tener que decirle "no" a alguien que ha tenido el valor de declararse. No me gustan las injusticias, aunque a veces yo pueda ser injusta conmigo misma. No me sé valorar.
Me sorprenden las chicas de mi edad que se quieren, que se ven realmente guapas (lo sean o no), las que la tienen autoestima a "tres metros sobre el cielo", o las que no viven siguidas siempre por el miedo que les dan sus inseguridades. Ojalá yo fuera así...
Pero no lo soy. Soy del montón, una más. Simple. Sencilla. Nada especial. Solo yo. 
¿Qué, me dirás que no duele mírarte al espejo y no querer ver tu reflejo porque no te gustas? Decírte que eres guapa y creértelo no sirve de nada. Hace mucho que yo dejé de creérmelo. Me canso de repetirme que el físico no importa. Cansa que las personas que más te importan te digan que eres preciosa y no poder creértelo. Cansa hacer ver que no te importa, que no eres superficial. Cansa ser quién no eres. Cansa soñar que alguien fijará sus ojos en ti, y dejará de mirar a otras porque no habrá visto a persona más perfecta que tú. Y, cansada de todo, decidí ponerme maquillaje y lápiz de ojos; ponerme ropa que antes no me habría puesto para intentar dar el pego de algo que no existe. Y ahora, me doy cuenta que mis lágrimas son negras y feas, y mis pestañas parecen postizas. Pero yo lo quise así. Creía que así parecería feliz, aunque no lo fuera.

Te paras a pensar si hay un lugar para ti en esta sociedad. 


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