dijous, 17 de maig del 2012

Despedida.

Nos miramos, y el dolor que vi en sus ojos superaba el miedo y la pena que sentía por mí misma. Cerró los párpados y alzó la cara hacia el techo; si no le conociera, habría pensado que estaba rezando.
Entonces dijo:
- Quiero que bebas de mí.
- No tengo sed de sangre -susurré.
- No me has entendido. - Lucas hizo una inspiración temblorosa-. Bianca, quiero que bebas de mi sangre hasta matarme. Quiero que cambies. Quiero que te conviertas en vampira.
La estupefacción me dejó sin habla. Solo podía mirarle con la boca abierta.
- Sé que hace tiempo decidiste no convertirte en vampira -continuó. Tomó mi mano entre las suyas-. Pero se diría que no tienes elección. Si para salvarte has de hacer eso, tampoco es tan horrible. Podrías volver junto a tus padres. Ser eternamente joven y bella.
No era tan sencillo, y los dos lo sabíamos. No obstante, si Lucas estaba realmente dispuesto a dar ese paso conmigo, podía considerarlo.
- Tú también te convertirías en vampiro -dije-. Haríamos el cambio juntos. ¿Te ves capaz?
Lucas negó con la cabeza.
- No.
- ¿Qué?
- Bianca, tienes que prometerme, tienes que jurarme por lo que más quieras en este mundo, que una vez que esté muerto medestruirás antess de que vuelva en mí. No permitas que resucite como un vampiro. Quiero morir.
De modo que podía aceptar mi transformación pero no la suya. La frágil esperanza que había sentido durante unos segundos se hizo añicos.
Lucas tiró del cuello de su camisa, dejando su cuella al descubierto. Quedamente, repitió:
- Bébeme.
- Quieres que te mate -susurré-. Darías tu vida por salvarme.
Me miró como diciendo que era algo obvio, algo necesario, y los ojos se me llenaron de lágrimas.
- Sé lo que hago -dijo. Las sombras de la habitación le enmarcaban la cara como si la luz lo enfocara solo a él-. Estoy listo. Lo último que sabré es que tú estarás bien. No necesito nada más.
Sacudí la cabeza.
- No.
- Sí -insistió, pero todavía me quedaban fuerzas para oponerme.
- ¿Cómo esperas que siga viviendo sabiendo que diste tu vida por salvarme? Viviría torturada por el sentimiento de culpa, Lucas. No puedo. No me pidas que haga eso.
- ¡No tienes que sentirte culpable! ¡Quiero que lo hagas!
- ¿Podrías tú? -le pregunté-. ¿Podrías matarme, aunque fuera para salvar tu propia vida?
Me miró fijamente, tratando sin conseguirlo de imaginarse haciendo eso.
- Tienes que prometerme que tendrás una buena vida -dije-. Que no te pasarás los días llorando mi muerte.
- Oh, Dios. -Lucas contrajo el rosto y supe que estaba al borde de las lágrimas. Enterró la cara en las mantas y posé una mano en su pelo-. Bianca, por lo que más quieras, hazlo. Sálvate. -Pude ver en sus ojos que su determinación comenzaba a flaquear, que si le insistía me dejaría convertirlo en vampiro. Pero sabía que para él eso sería mayor sacrificio aún que morir. Comprendí entonces que no podía pedirle que lo hiciera, ni para salvarme a mí, ni por ninguna otra razón.
- No -dije, y esta vez sabía que comprendería que mi respuesta era definitiva-. Prométemelo, Lucas.
- ¿Qué clase de vida quieres que tenga sin ti? Tú eres lo único bueno que me ha ocurrido en la vida.
Rompí a llorar. Lucas me apretó la mano con fuerza. Luego apoyó la cabeza en mi hombro y me reconfortó saber que al menos lo tenía cerca. 
Transcurrido un rato, ya no pude seguir sosteniendo su mano con la misma fuerza. Me pareció que las sombras de la habitación se oscurecían. La preocupación de Lucas fue en aumento, pero no podía prestar atención a sus palabras, y tampoco tenía fuerzas para responder. 
Me trajo agua, pero apenas pude beber. Me venció el sueño -creo que era sueño- y cuando desperté tuve la impresión de que había pasado mucho tiempo. 
Lucas estaba con la espalda y las manos apoyadas contra la pared, como si la estuviera sosteniendo. Su mirada era desesperada.
Al ver que estaba despierta, dijo:
- He estado a punto de pedir una hambulancia. No serviría de nada, pero aquí tampoco puedo hacert nada por ti.
- Solo deseo tenerte cerca -susurré. El pecho me pesaba enormemente. Me costaba mucho hablar.
Un fuerte escalofrío me recorrió por dentro. Mi cuerpo se me antojaba demasiado pesado y febril para poder soportarlo. Quería salir de él. Quería liberarme.
Lucas debió de leer en mi rostro lo que estaba sintiendo, porque abrió los ojos de par en par. Se acercó y me puso una mano en la mejilla. Durante unos segundos buscó algo que decir, pero finalmente susurró:
- Te quiero.
- Te qui... -No pude terminar la frase. La habitación se sumió en la oscuridad y el rostro de Lucas desapareció. Sería tan fácil dejarse ir.
Me entregué a la marea que tiraba de mí hacia abajo.
Y fallecí. 

Despedida, Claudia Gray.




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