dijous, 24 de maig del 2012

Buenas noches, princesa.

Es tarde. Todo el mundo duerme y está todo oscuro. Pero tú no consigues dormir de ninguna manera. 
Al otro lado de tu ventana, con la cortina todavía subida, ves las pequeñas luces del párking que tienes delante. No son vistas bonitas, pero tampoco esperas tener una playa preciosa delante. No ves a nadie, todo está parado y en silencio, pero no te extraña. Por la hora que es, sería raro que aun hubiese alguien por la calle. Quizás incluso te asustaría. Te quedas en silencio y intentas hacer el mínimo ruido. Comprobado. Esta noche no será buena. La habitación que tienes encima de ti hoy està en silencio. Es la primera noche que no se escuchan ruidos. Solo una mujer que no para de dar vueltas sobre la cama. Hoy la pareja que vive encima tuyo no hace el amor. La alegria que cada noche llega a tu habitación y al resto del edifio hoy no      está. Suspiras e intentas dormir cerrando los ojos. Aunque estás con los ojos cerrados mucho tiempo, no lo consigues y vuelves a abrirlos, medio enfadada porque todo el mundo duerme menos tu. Incluida la vecina de arriba, que esta noche duerme sin ningún acompañante, pero duerme. Miras el reloj. Las cuatro y media. Sonríes irónicamente mientras maldices las fuerzas subrenaturales que hoy no te dejan dormir. Te das golpes de cabeza contra el cojín. Estás cansada pero no puedes dormir. Te levantas, en silencio para no despertar a nadie. Te sientas en la silla de tu escritorio para poder aprovechar de algún modo la noche. Pero nada. Hoy tampoco tienes inspiración. "¡Qué asco de noche, joder!", piensas. Podrías aprovechar para hacer deveres de verano que aun no están ni empezados y ríes pesando en la descabellada idea que acabas de tener. Cierras la luz del escritorio y bajas la cortina, pero dejar la ventana abierta porque hace mucho calor. Te pones en la cama, decidida, esta vez sí o sí te vas a dormir. "Buenas noches, princesa", te dices a ti misma, ya que no tienes a nadie para que te lo diga.  



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