dijous, 21 de febrer del 2013

Date cuenta ya, por favor.

Llegados a este punto, me he dado cuenta de que no soy suficiente buena para ti. No soy tan guapa ni tan lista como todas esas chicas. No soy tan madura, ni te veo todos los días. No voy al mismo instituto que tú, y tampoco vivo a cinco minutos de tu casa.  Siempre tendremos que hacer grandes esfuerzos para vernos, lo que no pasaría si vivieste a tu lado, como ellas. No comparto todas mis aficiones contigo, ni voy a verte a entrenar. No tengo un lugar secreto donde escaparnos cuando no puedas más, o dormir cuando vengamos de fiesta, o quizás sí lo tengo pero tú no estás. No tengo una gran sonrisa, ni siquiera tengo 16 años o una talla 100 de pecho. No tengo un coche ni tampoco mil amigos en Facebook. No soy sociable y no llevo extensiones, ni el pelo teñido. No me dejan salir con según qué gente ni llegar demasiado tarde de las fiestas, aunque en realidad después no se enteren de lo que termino haciendo. No tengo una casa enorme con jardines quilométricos. Tampoco me gusta la misma música que a ellas. No me gusta el sabor del tabaco, aunque a veces fume, ni me entusiasme emborracharme, aunque a veces lo haga. No tengo un historia pequeño de conquistas, pero no soy ninguna chica fácil. No tengo grandes aspiraciones o una forma revolucionaria de ver la vida. No estoy alegre todos los días y lloro todas las noches. No puedo decirte que no soy celosa, porque lo soy. No es fácil vivir conmigo, conocerme o soportarme. Generalmente, no soy agradable, y tampoco extrovertida. No me gustan mis cambios de humor, y tampoco es fácil aguantar mis caprichos. Realmente, no me gusta del todo como soy. A pesar de ello, de mi vulnerabilidad, de ser complicada, de no poder seguirte el ritmo, de parecer estúpida a veces y a pesar de ser demasiado infantil, te puedo prometer quererte hasta el fin del mundo. Y mucho, más que todas ellas juntas. Puedo cargarme sus ganas de quererte,  porque ninguna de ellas sabe qué es querer de verdad. Podrán besarte, pero un beso vacío no significa nada y al final cae en el olvido. Te quiero. Demasiado. Tanto, que hasta duele. Y, aunque ambos sabemos que no soy lo que necesitas, te juro que seguiré haciéndolo todo por ti, siempre. A pesar de mis cabreos y mis encierros en mi misma. Te aseguro que para nadie significas más que para mí, y lo que más temo ahora, es que nunca te des cuenta. 

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