diumenge, 25 de novembre del 2012

El amor, es un ocho tumabo.

Llámame egocéntrica, pero en cuestiones de amor, casi siempre suelo llevar razón. Créeme que sí. Llámalo sexto sentido, llámalo suerte, llámalo don. Muchos dicen que me equivoco, que en cuenstiones de amor y de odio nadie tiene nunca la razón de nada. ¿Y eso por qué? Porque, según ellos, el amor siempre va cogido de la mano del destino. Y el destino no está en manos de nadie, es incontrolable. El destino no se equivoca nunca, somos nosotros los que no lo interpretamos bien. Yo creo que no es cuestión de amor, ni destino que dos personas se quieran, creo que es cuestión de... ¡yo que sé! El amor no existe, es una fantasía, o un juego del que todos nos volvemos adictos en algún momento de nuestras vidas. 
¿Sabes? Vivimos en un mundo donde nos escondemos para hacer el amor, mientras la guerra y la violencia se practican a plena luz del día. Nos quejamos del amor cuando lo pasamos mal, cuando sufrimos por alguien y cuando dejamos que nuestro estado de ánimo dependa de otra persona. Nos quejamos del amor cuando estamos jodidos, o cuando nos enamoramos, que viene siendo lo mismo. A todo el mundo le avergüenza decir que está enamorado, pero nos enamoramos de tantas cosas, y sentimos amor hacia tanto, que la persona que sea capaz de mirarte a los ojos y decirte que está enamorada de ti, es una persona que no teme a nada. ¡Odiamos el amor! Dejar de decirme que no tengo razón cuando sabéis que sí. El amor es una ilusión, un desafío para los más valientes, un pasatiempo eterno.
Y tú, me dirás que las cosas caducan, se pierden. Como la juventud; la juventud que ahora ya no sabe que es eso de amar. Se podría decir que somos viejos, porque mi paciencia ha llegado al límite, en este tema. Porque ya nadie ama, nadie espera que un destino les junte con otra persona. 
Y yo, te preguntaré:
¿Tú no amas? No me lo creo.
Por supuesto que amas.
¿A quién?
A alguien, a algo, a cualquier cosa que te haga sentir bien, o cualquier cosa por la que serías capaz de dar tu vida sin arrepentirte o acobardarte. Porque yo creo que en eso consiste amar. Amar. Bonita palabra. Más extensa que el querer, más profunda y con más sentimiento. Amar, amar por encima de todo. Todo, también es una palabra muy grande. Como tú. Tú también eres grande. Aunque no creas en el amor, aunque no creas en mí ni en mi idealogia del amor. 
Pero eso, eso es otra historia.
Cuando se trata de amor, no hay historias diferentes, ni iguales. El amor es amor, en todas y cada una de sus conjugaciones. Seas viejo, joven, o... muerto. El amor, es amor. Estés donde estés. Seas quién seas. Ames a quien ames. 
Sí, lo sé. Soy una pesada.
Y lo seguiré siento hasta que nos muramos.
Quizás yo me voy primero, o quizás no. Eso no importa.
La cuestión, es que no habrá final. Porque el amor... ¡ay, el amor! El amor no entiende de destinos, ni finales, ni principios éticos. El amor... el amor es infinito.
Como nosotros.

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